Mi cabeza es un giro desesperado.
Un vuelco arbitrario ha dado mi corazón anhelante.
No es un derrumbe sino más bien un cambio de presencia en éste estanque que envuelve imágenes engañosas.
El recuerdo me arrebata sus caricias provocando estigmas en la superficie mía que alguna vez le perteneció.
Viajes ilusorios que no suceden iluminan mis retinas.
Rostros, huellas y la marca indeleble de una revolución susurrada, una vibración que tiembla en mi pecho aún, una verdad marginada de la vivencia actual.
Frío. Mucho frío.
A pesar de las llamas de aquel amor que todo lo consume.

20/04/2006. –