Inicio / Cuenteros Locales / Dupasaem / Lo que me espera
Éramos de papel, a cada paso más descalzos, viviendo en la quebrada de los peñascos las horas distantes de un mundo que quedó atrás, vivir para disfrutar a solas de lo excelente que es estar acompañado. Solíamos vivir en una casa enormemente pequeña, de azul y jardín, donde colgaste un ángel y un cuchillo sobre la entrada. Me dijiste luego que el amor tenía un filo celestial. El viento nos llegaba a las seis y por el sur, un abrigo entre abrazos los recibía con agrado. Éramos de ellos como a la vez éramos de ti. Ahí, sentada al borde de la tarde, despidiendo al día y saludando una nueva noche. El viento volvía idiota a tus cabellos. Incomprensibles lazos se perdían bajo las estrellas reflejadas en tu rostro, el núcleo de todo ello.
La mesa de patas flacas y altas se colocó en una de las cuatro esquinas que levantamos. Siempre fiel a nosotros soportó el peso de la sopa; siempre fiel a nosotros soportó también otros juegos. Era un cuadro triste y viejo, de los que nunca se podrían descolgar. Era mejor tapar los huecos con garabatos que darle cabida a la mediocridad. Tú tenías una cama más ancha que la mía a pesar de dormir en la misma. Solía perderme dentro de ti. Tú abrías tus laberintos llevando copas en la mano. Un brindis por cada encrucijada. Supe lo que es amar desnudo y a la derecha de la playa, portándote en deseos y embriagando con mis palabras cada contorno de tu cuerpo. Supe llevarte con la mirada hasta la mesa de patas flacas. Supe prender de tu cintura esa llama de fuego que calentó a las seis. Solíamos ser reacios a nuestras distancias y muy lisos con los cigarros que, en tus dedos jugaban más que en mis cabellos. Cigarros que sin embargo me odiaron: tus labios me pertenecían solo a mí.
Aprendí a amarte en una casa azul. El ángel de la entrada anuncia con el soplo de su trompeta que me haces falta. El filo celestial cayó y siguió cayendo hasta clavarse en lo hondo de mi arena, y el garabato de cuadro, después de un temblor, es vuelto a ser colgado.
Mi silencio será la tumba de tus recuerdos, y mis palabras serán tu alma del que no pienso remover hueso alguno, hasta no caer profundo en la muerte que contiene tu carne y vida, y eso: me espera.
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Texto agregado el 20-04-2006, y leído por 361
visitantes. (6 votos)
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Lectores Opinan |
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02-07-2006 |
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Hermosa narración poética, escrita con magia en las palabras.Lo que te espera 5* más lengua_de_puma |
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27-06-2006 |
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Es genial los elogios no pueden sobrepasar tus escritos*5 terref |
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30-04-2006 |
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Genial!!!No escribes delineas las palabras hasta formar delicados y preciosos juegos con ellas; las manejas como piezas de un puzzle que encajas de forma magistral. Sencillamente genial repito. Un saludo y***** josef |
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25-04-2006 |
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Solo me queda felicitarte por tan tierna y encantadora obra, me a encantado, tiene mucho rasgo poètico, por no llamarla poesia en si, utilisaste gratisimas descripciones de casa azul y de mar que realmente hacen pensar que el mundo tiene rincones que valen la pena conocer o vivir para entender y disfrutar, en fin lo felicito, su obra a sido excelsa, saludos. Aramis |
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25-04-2006 |
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Solo me queda felicitarte por tan tierna y encantadora obra, me a encantado, tiene mucho rasgo poètico, por no llamarla poesia en si, utilisaste gratisimas descripciones de casa azul y de mar que realmente hacen pensar que el mundo tiene rincones que valen la pena conocer o vivir para entender y disfrutar, en fin lo felicito, su obra a sido excelsa, saludos. Aramis |
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