Abril.
Abril zepia, que bello es.
En su imperfección, se volvió Narcizo.
Mas el sol, sumergido en su ira, añorando el estío,
osa molestarnos.
Que ingenuo.
Que ingrato.
Así, sólo nos deleita la luna
con su bufanda, regalo de las palomas
pálidas que gorgotean en su afán
por encontrar al invisible soplador boreal
que nos saluda con el viento.
Una anciana teje en la vereda del sol,
y observa en frente a ángeles y demonios,
jugando a la ruleta rusa.
Saluda a las palomas.
Saluda al sol.
Se olvida de la luna, ya no la recuerda.
Que bello es abril, en su día diecisiete.
Y nosotros dos, mi amor, sólo reímos,
oyendo la sinfonía de nuestros zapatos
chocando con las hojas de un árbol que llora
por sus compañeros mancos.
Para él, Abril no es tan bello.
para nosotros, lo era, hasta el momento en que te dije "Mi amor". |