LEJOS.-
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MARIODELAFUENTE@CHILE.COM
Ahora, volveré a la vida,
a reanimar aquellas silenciosas estancias
y un ambiente cálido,
templará el aire helado
de la inmensa galería.
Que tú, joven huérfana de amor,
dejas impregnada a la vera de mi vista.
Allí, en donde todas las ventanas,
están orientadas hacia el norte,
reinaba una pálida claridad invernal
y afuera, sobre el paisaje nevado,
que se extiende más allá de mis días,
se confunde con tu cielo azul y limpio
de nubes alegres,
de rayos de sol,
de tardes caminando hacia el ocaso.
Todo lo mío es tan frío,
tan falto de vida,
tan desolado,
que parece que nunca
van a surgir de la tierra
los tallos verdes o dorados
y que los árboles,
cuyas ramas rígidas y negras,
mirando hacia el firmamento
no habrían de cubrirse más
de hojas ni de frutos.
Te asomaste,
por la última ventana de la galería
e iluminaste aquel hueco
oscuro y profundo,
que ofreciste a mi alma.
Han llegado las rosas y las flores,
tu energía y sentimientos,
son el fogón que ilumina mis noches,
no consigo dominar mi voluntad.
Contigo en mi mente,
mi mano se cierra inquieta,
en un bolígrafo
para plasmar este momento.
Me dominas,
asoman tus labios una leve sonrisa,
puedo considerarme dichoso,
de tenerte tan cerca.
Después del desfile de fantasías,
el sol ya no es grato
y quema a esta hora de la media mañana,
me tumbaré en un banco
para buscar la sombra.
Me ciega el azul del cielo y el mar
me quedo exauto,
beatíficamente contemplando,
cómo en el aire se deshace
a la distancia,
la fina espiral gris de tu vida.-
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