“Hacer las cosas perfectas no te hace dios.
Es sólo el principio.”
I
Condenado a vivir con el Cuervo
parado sobre el dintel de mi puerta.
Diciéndome como escribir la poesía.
Porque la mía apesta.
Como si no supiera el idiota
que lo hago como me da la gana
al margen de sus ideas ancianas
que sólo sirven para decorar un museo
y recordar que ya llovió
sobre el parnaso.
La electrónica me ha dañado
la capacidad de escribir
como los antiguos.
Se me atrofia la inspiración
con tanta sabiduría.
El pragmatismo me adula.
Una especie de suerte rusa
espera percutir en mi cabeza
y hacerme trizas.
Enter ┘
nunca más.
II
Mi generación es un cuarto sin ventanas
lleno de ansiedad.
Repetición del pasado.
Estar juntos no significa nada.
Sólo estar.
Soñando con permanecer.
Callado.
Jugándome la esperanza a los dados.
Si dejara de respirar...
¿Habría más espacio?
Esta edad media es cada vez más larga.
Es para volverse loco
de incertidumbre.
III
La mosca en la pantalla no sabe de muerte
ni de horarios estelares.
Pero es parte de ellos
sin saberlo
se pasea
guiando la mirada
Que sabe ella de amores
y soledades.
Su compañía
es mi justificación para embriagarme
placer de la fragilidad
ausencia de esperanza
que da tiempo a mis años.
Todo es cuestión de esperar
a que termine el pasado
y apreciar la pérdida
acariciando al perro que huyo de mí
por hambre y lástima.
¿Cuándo decidí seguir así?
Sentado viendo el televisor.
Quieto.
Sin importarme nada
excepto estar aquí.
Seco.
Esperando
que la mosca en la pantalla
se aburra de mí y se vaya.
Todo es cuestión de tiempo
para que ocurra lo inevitable.
IV
Es ésta la forma que soy.
Un adorno.
La mirada que contiene al pasado
que lo encierra en un instante.
Un recuerdo.
La historia del mundo en los ojos
ciruelas secas por la inmundicia
de los temores
los arrojos involuntarios
que no son sino estupideces
diciendo adiós a todo lo que ven.
Una sonrisa obligada.
Señal inequívoca del pesar
que arde en los gritos
detrás de los muros.
Un mutismo mortal
diciéndome: ¡Vas a morir!
Irremediablemente.
Sí. Algún día.
La vejez.
El fin.
V
Soy un soldado sosteniendo la libertad
mientras se le humilla.
Como si fuera el mundo un lugar mejor
después de matar por mi seguridad.
¡Gracias ingenuo!
Si quieres saber lo que pasa tienes que aceptar tu destino.
Un saco de marca pasado de moda
un héroe con peinado clásico
arrugas prematuras disimuladas
con maquillaje literario
es la sabiduría suspendida
alrededor de mi cuello.
Luce con estilo la angustia
¡Maldita!
Escamas del tiempo
sentencia inapelable
que nada tienen que ver
con las poéticas cervicales.
Crecen dentro del cuerpo.
Lo invaden.
La verdad es un ritmo apabullante
que hace llorar cuando entiendes
cuando naces de nuevo.
Cuesta trabajo caminar
entre tanta gente.
Pensar y callar. Siempre.
Mejor hay que agarrar el destino
y exprimirlo hasta morirnos
árbol seco donde se cuelga
la historia personal de cada víctima.
Todos las mártires dispuestos
colgando sus penas
antes de entrar a la fiesta
sus infamias
sus tristezas.
Y cuando nadie se da cuenta
tomarlas en secreto
y regresar a la penumbra.
Huir a casa y morir.
Dormir.
No más.
VI
La vergüenza no sueña cuando duerme
despierta convenientemente
para no recordar nada
vuelve a limpiar el piso
para que otros pasen y escupan
una y otra vez
sobre el adorno.
VII
Celebremos esta noche eterna
con una ceremonia llena de inocencia
como si aquí no pasara nada.
Que nadie hable de los grilletes
como si no existieran
como si estuviéramos muertos.
Texto agregado el 19-04-2006, y leído por 184
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Experimenta uno/a una sensación de desgano, apatía, cosificación...Un texto que parece tener curvas y un filo cortante entre las manos. Un placer su poesía! xwoman
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