Esto de escribir es el último de mis vicios, puede que hallan más, pero por ahora no, este instante de escritura me hace pleno como esas sábanas blancas al ser sacudidas por el viento y secadas por el Sol. Recuerdo el primero de mis vicios que era la de chupar un pedazo de jebe, un chupón como le decimos a esta parte del planeta, me gustaba en demasía, producía en mi como una manera de descargar mi rabia, amor, dolor, todo en general... Luego vinieron los apegos, aquello que era lo mío, mi madre, hermanos, padre, amigos... por todos ellos lloré al ver que tenían sus propios caminos que se alejaban de mis pasos por la vida... Y todo ocurrió hasta llegar al sendero de las pasiones en donde los amores por las féminas se hizo algo sagrado, alejado, imposible de beber, sino fuera porque una de ella me hizo probar de sus pozo escondido y sentir el éxtasis del cuerpo humano, fue hermoso, pero como todo, uno llega a hastiarse, hasta sentir que debe de haber algo mas en la vida... Muchas cosas mas ocurrieron hasta encontrar al búsqueda de uno mismo, de Dios, o de aquello que no se podía entender pero sí sentir, quizá fuera la misma muerte, eso negro, eso escondido, eso que da tanto miedo a criaturas aferradas a la carne, a la vida, a la sangre escondida... en mi casi fue poco a poco, antes, tuve que refugiarme en el trabajo, los libros, el cine, la bulla de estar rodeado de gente, de la atención que da el éxito momentáneo. Todo. Todo fue una larga espera ante eso tan esencial como al sed por la verdad, el encontrarse con uno mismo, o con eso llamado Dios para los que tiene esa fe. Tuve que ir al borde la muerte para gritarle en su abismo, en su silencio, mi sed, mi angustia por vivir sin saber el por qué. Como respuesta, mas silencio, y fue en aquel silencio en donde encontré mi último vicio. La paz. La tranquilidad de saber que estás vivo. Fue agradable, pero uno guarda tras de sí, toneladas de costumbres, principios, etc., que lo hacen ser lo que su nombre y apellido claman dentro de él. Aun así, tuve que enfrentarme y caminar en ese oscuro sendero silencioso que lentamente y agradablemente me iluminaba mi espacio... Y como todo, estas letras son mis huellas en aquel camino, el camino interior, que es un lugar, un espacio como el cielo, con un Sol, con estrellas y armonías que jamás había escuchado ni probado... Aun camino por este universo y les cuento que es hermoso, y aunque continuo existiendo como todos en un mundo lleno de mediocridades, con deseos, anhelos, iras... puedo decir que todo es pasajero, que pertenece al tiempo y al espacio y a la masa. Todo es relativo. Un instante será el último que respires, pero, si has guardado tus pasos por el mundo del silencio, puede que tengas algo más, algo que podrás cargar en tu alma, pues, es tan bello, tan bello como el silencio de un bebe mientras duerme...


San isidro, abril del 2006