Inicio / Cuenteros Locales / gui / El Cementerio (Parte I)
Strauss debía cruzar el inmenso bosque aquella noche para llegar a casa de sus padres. Muchos años habían transcurrido desde aquella lejana mañana en que el muchacho había viajado a la ciudad para estudiar Leyes. Ahora, ya siendo abogado y dueño de una situación solvente, se aventuró a recorrer con sus propios pies lo que cuando niño habían sido sus dominios.
Con temeraria determinación –y tal como se había juramentado cuando partió, llegaría aquella noche para sorprender gratamente a sus padres y recorrer el par de kilómetros en plena oscuridad, no era nada, comparado con la alegría que les daría a sus viejos cuando estos lo vieran llegar.
El bosque era aún más tupido que cuando partió y sin luna que iluminara su camino, tanteó entre la frondosa vegetación que se parecía más a un laberinto que a esos parajes que el había conocido.
Caminó durante largo rato sorteando los árboles que parecían querer impedirle su regreso a casa. Se los imaginó hostiles, fieros cancerberos que custodiaban su pasado y que incluso a él le impedían el acceso a dichos recuerdos. Acudieron a su mente las múltiples ocasiones en que trepó por aquellos gigantescos árboles y ya en la cima sintió su espíritu liberado, haciendo caso omiso a las rasmilladuras de sus piernas desnudas.
Su trayecto se vio obstaculizado por un inmenso cementerio que antes no estaba en ese lugar, o si lo estaba, era mucho más pequeño. Una inmensa cruz de hormigón indicaba el acceso. El portón de roble, se alzaba majestuoso y en medio de él, en una placa de bronce, se leía lo siguiente: “Descansen en paz quienes yacen en este sagrado recinto”. Sonrió pensando a cuanto había ascendido la tasa de mortalidad para que este camposanto se hubiese extendido tanto. El murallón se extendía a ambos costados y vadearlo significaba retrasar en demasía su regreso a casa. Por lo tanto caminó un poco más hasta dar con un lugar que parecía accesible. El no era temeroso y su pragmatismo le permitía dudar de todo lo que no fuese comprobable.
La noche era un tenebroso bodegón dentro del cual titilaban algunas tímidas estrellas. Caminando entre tumbas y mausoleos, Strauss ni siquiera temblaba al sentir el gemido extraño de algún animalito perdido. Tampoco el rumor bronco de los altos cipreses le invocaba algún sentimiento de temor. Las cruces y mausoleos los intuía más que los veía en medio de la espesa oscuridad. Nada le atemorizaba y sólo le causaba cuidado el que dicho cementerio fuese tan inmenso...
(Concluirá)
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Texto agregado el 19-04-2006, y leído por 349
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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20-04-2006 |
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hummm, a mi si me dio miedito. Sio leyendo y dejo besos y estrellitas para iluminar un poco, brrr. Magda gmmagdalena |
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20-04-2006 |
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Me voy a la parte dos.
Un saludo de SOL-O-LUNA |
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19-04-2006 |
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volvimos a las andanzas eh?? anemona |
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19-04-2006 |
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¡Qué miedo! Yo hubiera estado aterrorizada... esos murallones me asustan, espero que se estrechen en la segunda parte de la historia. Anua |
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19-04-2006 |
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Bien. Veremos como sigue la historia. theonlyerath |
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