Reflejos.
Brillos que eclipsan montañas de sueños.
Las luces del alba dominan la extensión del alma.
Todo crece en derredor y a través,
en círculos que llevan a un pasado que trae,
que alimenta la sensación de pertenencia.

Un aquí,
un ahora,
un siempre,
un eterno deambular sin la inercia de los días.

Con el peso de la brisa sobre nuestras espaldas,
tendidos sobre formas de los pensamientos,
enumeramos contadas ausencias.

Sobre nuestras cabezas,
la mirada de un diáfano cielo
que cala hondo en los ojos de nuestros niños,
tiernas siluetas de luz que despliegan un tiempo laxo,
etéreo,
subyacente.

Un transcurrir entre estrellas.
Un devenir en tornasol sin la penumbra del ser.
Un giro inesperado en el trampolín de las circunstancias.
A veces un embriague de mariposas o un alud de luciérnagas que,
navegando,
se fusionan en corazones que delatan pasado.

Un viaje sin adjetivos, en esta vida húmeda y cristalina.
Un cruce de fronteras que renueva los sentidos,
En esta existencia de gaviotas entre follajes de nuestra sangre.

– 19/02/2006. – 12:07 hs. –