La vasija visible del prostíbulo en el que me encuentro, me dice que los autos pueden atropellar personas. El motivo incesante de aquella interferencia sonora, me dice que no soy pintor. Los veintidós números que vacían sus cálidas arrogancias en mi fácil cabeza, me dicen que puedo tener uñas. Las imitaciones de los movimientos circulares de la pared, me implantan ojos nuevos. Y así sucesivamente la continuidad de este caso rige en el tiempo de la continuidad de este caso.
Texto agregado el 11-12-2003, y leído por 265 visitantes. (3 votos)