Llaves que abren tu presidio sin llamar
clara visión en el oscuro de la escalera
contraluces traspasando las ventanas
vivo el aire dorado que estoy a punto de tocar

Se oyen voces que te esperaban
testigos vigilantes de tus pasos inseguros
que te protegen por temor
de esas músicas y letras imborrables
en la memoria dando vueltas y vueltas

Se ven espejos insondables de una mente vigilante
que respira entre el carbón de brillo negro
desde tinieblas que despiertan por una luz dorada,
llama que se asoma por una esquina del alma

Luego, crecen muros blancos que te envuelven,
que quizás quieres traspasar como un ligero velo,
pero son opacos y no se ve más allá.

Es un encierro que te preserva.
¿De qué?