No me resigno a dormir mi otoño gris y gélido. Y por eso me abrazo a la pasión del abecedario No deseo aflojar el celo de seguir creciendo arrollada bajo las voces que gritan en el vientre Y si mi mente se rinde, fundida en otro abrazo desolada partiré, al no poder gozar más..., del canto de primaveras. Un fuego apaga otro fuego
Texto agregado el 18-04-2006, y leído por 107 visitantes. (1 voto)