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Ella posaba sobre las piedras con la mirada perdida, tan inalcanzable como todas las noches. Su vestido blanco se deslizaba sobre el suelo como un líquido que lentamente se esparcía sobre toda superficie. Sus cabellos de seda negra brillaban extraídos del cosmos, iluminando el tiempo paralizado con su presencia. Sus pasos se confundían con la leve brisa que acolchonaba las baldosas que poco a poco se cubrían en la gris lluvia de plumas de garza. Su baile conjugaba todo, extendía su llama rodeando cada gota del agua del río fundiéndolas en un vapor que inundaba el aire y caía como nieve al rozar su piel. Los árboles dejaban en libertad sus hojas en un triste descenso para acariciarle sus pies cuando ella se acercaba. Y al final del camino, donde la hierba ya no podía ser distinguida del lago, ella lo miraba a el, con sus ojos de té derritiéndose en su imaginación y brotándola de millones palabras destinadas a formar metáforas en poemas que jamás debían a ser escritos, y entre sus labios se escuchaba “me encontraste, pero no me tendrás”.
Despertó con la frente empapada en un sudor dulce, otra vez la había vuelto a ver en sus sueños. Sus labios estaban cada noche mas cerca, pero siempre se desvanecían en la dura realidad antes de poder tocarlos. Noche tras noche la volvía a ver, hundiéndose más en sus fantasías y aborreciendo la realidad que lo alejaba de sus delicados pasos. No podía soportar los días eternos tan lejanos a su imagen de una perfección abstracta, intentaba distinguir su contorno en todas las sombras que lo rodeaban. Había perdido todo interés por cualquier asunto que no tuviera que ver con ella, los tiempos donde su gloria lo rodeaba habían quedado atrás y hoy solo eran un cuadro quemándose en las mantas de seda azul del perdido recuerdo.
Los sabios más respetables habían acudido desde las regiones mas lejanas solo para intentar volver en si a el que alguna vez había sido el general más importante del emperador, pero nada que hicieran podía alejarlo de su ensimismamiento, ninguna otra dama que le trajeran podía hacerlo pensar en otra cosa. Parecía un caso perdido. El ya estaba decidido cual iba a ser su camino, y tenia un plan trazado con un cuchillo de plata en la mente.
Todo el día había ardido en fiebre, a medida que el sol bajaba y se perdía de vista por la ventana su estado empeoraba, tenia todas sus cartas jugadas en su ultima idea para dormir por siempre soñando con ella. Cuando la oscuridad empezó a rodear la habitación marcando la ausencia del sol, fue el disparador de su plan. Sentado el borde de la cama hecho una última mirada por la ventana y vislumbro desde las alturas todo el jardín del palacio, con las manos temblándole de una forma que el nunca habría creído posible tomo las hierbas que según le habían dicho serian las razón de su sueño eterno. Frente a el se encontraba Yama, augurio de muerte, mirándolo con ese mirada que solo se le da a los ojos que uno sabe que no va a volver a ver abiertos.
Apenas sintió el amargo gusto de las hierbas adentrándose en su cuerpo el clima cambio, el aire se hizo más liviano, y por un segundo creyó conocer todas las respuestas. Un momento de dolor y paso, nada había cambiado todo se encontraba en la misma situación que antes, ¿lo abrían engañado con las hierbas?, pero un sonido cambio el punto de vista de la situación, provenía de la ventana y un dulce sabor a té lo acompañaba. Al alzar la vista, la vio a ella sentada analizándolo con su mirada que al chocar con la suya entro dentro de el hasta recorrerle cada parte del cuerpo. Por un momento los dos parecieron congelados sin animarse a romper el silencio con su respiración, hasta que el se inclino para pronunciarles una palabra desde mas cerca, pero ella hizo un ademán de que no hablara y lentamente se acerco a el y junto sus labios con los suyos, completando la quimera y saliendo de todo ecuación real, dándole un final feliz a sus pesadilla, envolviéndole el cuello poco a poco con el aire.
Junto con el beso que se prolongo unos segundos ambos fueron cayendo traspasando lo físico y fundiéndose en el interior, mezclándose en palabras, dejando de lado el mundo al que no pertenecían. Solo caer en silencio y no volver a despertar.


Dedicado a las buenas películas de artes marciales

Texto agregado el 18-04-2006, y leído por 215 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-01-2007 Pienso que hay buena intención narrativa aunque falta tensión drarmática. Estoy de acuerdo con pachirris que de esta manera podría funcionar más como poema. Pero no se preocupe, yo siempre me equivoco. roberto_cherinvarito
18-04-2006 Me parece a mí, que podías convertir este cuento en un soneto. El tema es bueno, pero sería formidable, si lo covirtieras en poema, más corto, talvez. pachirris
 
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