De pronto me encontré en un lugar oscuro, silencioso y solitario, lo único que se escuchaba era mi voz y otro murmullo el cual pensaba que era mi propio eco pues la voz no era muy distinta a la mía.
- ¿Cómo es que llegue aquí?- me pregunte a mi mismo,
- Te diré cómo… - me contesto una voz con un tono leve y tranquilo.
Al principio me aterré, pues no veía a ninguna persona a mi alrededor, caminé por unos minutos en busca de alguien, hasta que me tope contra un especie de baúl, el cual no era muy común pues éste era enorme, claro que la curiosidad no me dejaba tranquilo y decidí abrirlo, cuando menos lo pensé algo ya me había empujado hacia adentro, como si fuera alguna fuerza incontrolable la que me había absorbido al interior del baúl. Una vez dentro, vi a un pequeño hombrecillo, sin embargo no podía distinguir bien su rostro, al acercarme para tratar de verlo me dijo:
- te dije que te diría cómo es que llegaste aquí- dijo el pequeño hombrecillo, el cual en un instante desapareció.
Mi cabeza se lleno de dudas y a la vez tenia un poco de miedo al no saber que era lo que estaba pasando ¿me habría quedado encerrado en un baúl gigante?
En ese momento se proyectaron muchísimas imágenes, todas al mismo tiempo, se proyectaban tan rápido que me era casi imposible verlas, empezó el baúl a llenarse de juguetes enormes, después de cuadernos, al ultimo se empezaron a formar telarañas y en un abrir y cerrar de ojos el baúl se abrió de nuevo, al haber pasado todo eso lo que quería era salirme de ahí, así que sin dudarlo por un segundo salí disparado.
-¡Edmund! Te esperamos desde hace horas, ¿Dónde estabas?- me dice una especie de duende agarrándome del brazo y llevándome hacia el interior de un bosque.
-¿Qué es esto? ¿Hay fiesta de disfraces ahora? Para empezar ¡¿quien eres tú y hacia donde me llevas?!- le conteste algo confundido.
-Vamos con los demás y déjate de locuras Edmund que nos hemos atrasado en el camino.
En ese momento llegamos a un bosque bastante extraño, no era cualquier bosque, había algo en el que te llenaba de toda clase de sentimientos, como si de alguna manera te hablara, yo estaba sorprendido pero no fue nada a comparación de cuando llegamos con otras criaturas.
-¡Edmund!- gritaron todos con cierta emoción, mientras yo me quedaba sin palabras, mi reacción fue estirarle las alas a una pequeña hada que se encontraba a mi lado, tocar las orejas del duende, patearles los pies al gigante en busca de algunos zancos y estirarle la barba blanca y larga al mago.
-¡Todo es real!- grité asombrado.
-¡Estas loco!- dice el duende tocando su oreja puntiaguda. – si lo que quieres es jugar ¡avisa primero para podernos defender de tus travesuras niño!
-¿niño? Que yo recuerde dejé de serlo hace muchos años, pero si mi papel es ser niño creo que tendrán que quitarme un poco de estatura. – les contesté.
- lo único que te tenemos que quitar sería esa locura tuya, que imaginación tienes muchachito, ahora resulta que eres mayor ¡bah!, eres extraño. – dijo el gigante.
Su comentario se me hizo algo peculiar, pero lo entendí cuando pasamos junto a un río y ví mi reflejo, ¡era un niño!, del asombro di un brinco hacia atrás y caí arriba de una planta espinosa y venenosa, me corte y el veneno de la planta empezó a dormirme la pierna, pero enseguida el hada se acerco a mi y me cerro la herida con una especia de polvo mágico, el gigante aplasto la planta con su enorme pie, el duende me animo con sus bromas y bailes y el mago supervisó todo para que nada saliera mal. Quede sorprendido con tanta atención, me inspiraron confianza así que decidí quedarme con ellos, y de alguna manera me empecé a encariñar al poco tiempo, como si los hubiera conocido desde hace mucho, aunque todavía no me explicaba muchas cosas como el hecho de que un mago, un duende, una hada y un gigante estén caminando juntos.
Tanto fue mi asombro al verlos que me olvide observar a mi alrededor, las sorpresas ahí no acabaron, pues había castillos enormes, el río donde ví mi reflejo llegaba hasta un enorme mar donde anclaban dos barcos antiguos, dentro del bosque había toda clase de especies, sin mencionar que los árboles te arrojaban manzanas, hasta ahora es todo lo que podía decir pues no conocía todavía bien mis alrededores.
- ¿Por qué caminamos tanto? ¿hacia donde vamos? – pregunte al mago pues era el que siempre nos estaba guiando.
- Como tu nos decías Edmund ¡A vivir la vida! – me contestó.
- Entonces, ¿no llevamos rumbo fijo?- pregunté.
- ¿Qué seria de una vida sin rumbo? Jamás te llevaría a ciegas mi pequeño Edmund, caminamos para llegar a nuestro destino, aunque no sepamos muy bien cual sea el final, tenemos que seguir, vivir la vida.- me contestó sonriendo.
- ¿Y por qué vamos todos juntos? ¿tenemos todos el mismo destino? – seguí con mis preguntas.
- Muchos tienen el mismo rumbo por un tiempo, aunque talvez no el mismo destino, yo estoy contigo por que te debo cuidar- me contestó el gigante.
En eso la conversación se interrumpió, llego un ser con apariencia extraña pero simpática, me quise acercar pero el duende y el hada me detuvieron, el gigante se puso al frente junto con el mago y de pronto la criatura extraña se contrajo y desapareció entre un humo negro.
- Debes tener cuidado, no todo es lo que parece- dijo el hada.
Fue algo que debí de haber escuchado, después de un tiempo me empecé a alejar mas allá del bosque, buscando satisfacer mi curiosidad, empecé a buscar mis propios intereses hasta que deje de ver a mis amigos, creo que me aleje demasiado pues ya no los podía encontrar de nuevo cuando quise regresar, me habré equivocado en el camino pues todo se empezó a hacer oscuro, las criaturas del bosque dejaban de ser amigables y lo peor es que estaba solo, ya no tenia quien me pudiera proteger mas que yo mismo.
El tiempo había pasado rápido, me había alejado de los que me querían hace ya varios años y apenas sentía que me faltaban, de pronto me saluda una mujer hermosa, una ninfa, tenia un vestido largo, blanco como la nieve con las orillas negras y en su hombro llevaba a su compañero, un búho del mismo color que su largo vestido, y me saludo diciendo:
- Hola, mi nombre es Regina ¿Qué hacéis solo por estos malos rumbos? Tu no pareces ser uno de ellos, tu alma es buena.- dijo acercándose a mí.
- ¿Qué haces tu aquí?- le pregunté.
- Yo he venido a traer el invierno a este lugar, toma este búho, acéptalo pues lo necesitas mas que yo, el te podrá guiar a salir de este lugar y será tu compañía.- me contestó.
El búho voló hacia mi, se postró en mi hombro, Regina dio un soplido y una ráfaga de viento la cubrió y desapareció, comenzó a nevar en el instante en el que ella desapareció, yo no tenia con que cubrirme, pero el búho enseguida abrió sus alas y me cubrió con sus suaves plumas, yo al instante quede asombrado pues el frió ya no lo sentía.
Seguí mi camino y no muy lejos alcanzaba a observar humo así que camine para ver de donde provenía ese humo, al acercarme más pude ver una pequeña casa, necesitaba comida y agua, pues el invierno congelo el río y los árboles de fruto perecieron, ya estaba bastante cansado de la caminata, había sido atacado por una víbora con patas, afortunadamente la logre matar con una espada de madera que hice para mi protección, finalmente toque la puerta de esa casa, aunque desearía no haberlo hecho, me abrió la criatura de hace años con la apariencia rara a quien mis amigos me habían prohibido acercarme, en su cara se formo una enorme sonrisa malévola como si de alguna manera me estuviera esperando, di un paso atrás pero atrapó a mi búho, ya me había encariñado pues era mi único compañero y sin el moriría en el frío, así que hice lo que me pidió por que no podría ser capaz de dejar a mi búho con esa criatura malévola, apreciaba demasiado su compañía y calor, así que entre a la casa y me golpeo tan fuerte que perdí el conocimiento.
(Susurros) –Bien hecho, no saldrá vivo de aquí.
- ¿Qué haremos con el?
Empecé a despertar, estaba en un cuarto pequeño, encadenado a la pared de madera, ya no solo estaba la criatura extraña, había un guerrero con su armadura protegiendo una puerta y otra persona con una larga capa negra, se acerco a mí y me golpeo la cara.
- ¡tonto humano!, lo tenias todo, y ahora te quitare lo que tienes dentro de ti, te dejare sin esperanzas, sin fuerzas, serás tan insensible que terminaras trabajando para mi, ¡JAJAJAJAJA!
- Yo ni siquiera pertenezco a este mundo, ¿Qué te puedo dar yo?
- Tu ignorancia me divierte tanto ¡jajajajaja! Eso es lo que me facilita mas lograr mi maravilloso plan, tienen tanto que dar y ni siquiera lo saben.
Se ríe malévolamente y sale del cuarto, me dejan solo con el guardián de la puerta, trate inútilmente de salir pues las cadenas con las que estaba amarrado eran fuertes, sin embargo algo llamo la atención del guardia y salió, de repente unas llaves se deslizan por la puerta, logre alcanzarlas y me quite las cadenas, al salir por la puerta el guardia estaba tirado inconsciente, corrí hasta salir de un enorme castillo, escondido entre pilares, no entendía como el guardián de la nada quedo inconsciente, pero solo tenía mente para huir y justo en la salida me tope con otros dos vigilantes pero enseguida se quedaron dormidos sin explicación, al voltear a ver a los otros guardias para poder huir sin ser visto, estaban entretenidos en otra cosa, riendo sin parar, no pude distinguir de que pero me ayudo a llegar a una inmensa puerta la cual no alcanzaba a abrir, todos los guerreros corrían hacia mi y no lograba abrirla, de pronto la puerta estallo, milagrosamente no me lastimo ningún pedazo de esta cuando salieron volando los pedazos pero los guerreros afortunadamente para mi no tuvieron esa suerte y al salir del castillo estaba todo nevado , volteé por ultima vez con cara de asombro pues no me explicaba como paso todo eso pero solo observé hombres tirados por todos lados y nada mas, pero ya que no me habían pasado cosas muy coherentes en esos años seguí mi caminata lejos de ahí.
Al entrar de nuevo al bosque los árboles me atraparon con sus ramas, formaron una especia de red impenetrable y llego Arscam el de la capa negra, dueño del castillo, montado en un enorme dragón rojo como el fuego.
- ¡no lograras escapar nunca! El bosque me pertenece.- me dijo Arscam
- ¡serás dueño del bosque, pero alguien como tú nunca será mi dueño!- conteste gritando furioso.
En eso las ramas de los árboles se debilitaron y logre escapar entre sus ramas, Arscam cayó de su dragón por una fuerza que no logre ver de donde salio, ví su cara de susto y asombro como si me tuviera miedo a mi, fue ahí cuando volteé y ví al mago, al hada, al duende y al gigante detrás de mi, Arscam trato de sacar un hechizo de una pequeña bolsa pero llego el búho volando y arrebato la bolsa de sus manos y todos juntos logramos derrotar a Arscam, quien parecía invencible y con la suficiente fuerza para derrotar a cualquiera quedó tan debilitado que no le quedo mas que rendirse.
Estaba tan contento de verlos de nuevo que no podía expresarlo bien, y por alguna razón perdía cada vez mas fuerzas, Arscam me había herido, una herida que el hada no pudo curar.
- Lo único que quería era volver a estar con ustedes- les dije debilitado.
- Siempre estuvimos contigo, solo te faltaba la fe para poder vernos de nuevo, fe que perdiste cuando decidiste ir por tu cuenta a explorar el bosque y darte cuenta que no todo era como pensabas.- contesto el mago.
- Ahora me doy cuenta que no era yo el que con poderes mágicos pudo salir del castillo.- les dije riendo.
- Te equivocas, tus ganas de vivir, la esperanza que tuviste de salir fue la que nos permitió acercarnos a ti para ayudarte, con eso lograste que los árboles se debilitaran.- contestó el mago.
- ¡eso es lo que quería quitarme Arscam!- conteste y caí al suelo pues ya no podía sostenerme en pie por mas tiempo.
- No puedo curar esa herida Edmund, es tu experiencia, fue decisión tuya desde un principio.- dijo el hada.
- Pero por aprender y luchar por enmendar tu error, podrás pedirme un deseo.- dijo el mago.
- Me di cuenta que cuando me aleje de ustedes empecé a perder mi fe, las cosas empezaron a salir mal, me sentí solo y cuando no creí me atraparon, que mi mundo de niño era increíble, aun fuera mi imaginación y que no había imposibles… Deseo vivir para no volver a perder lo que hay en mi interior.- contesté.
En ese momento todo desapareció, volví al mismo lugar oscuro, solitario y ahí estaba el pequeño hombrecillo quien me dijo:
- Yo soy tu interior, y estas aquí por que se te ha dado la oportunidad de volver a vivir, todos merecen una segunda oportunidad, que cambie tu manera de ver las cosas en el mundo conforme pasen los años no significa que deje de ser un mundo increíble.
Desperté y lo primero que hice fue voltear al espejo, al hacerlo volví a ver ese mundo maravilloso, al gigante, al hada, al duende, al búho en mi hombro y al mago reflejados, pues a mi lado estaba mi familia, mis amigos, mi crucifijo y quienes a lo largo de mi vida han dejado huella en mi interior.
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