El gris plomo se apodera del techo de la ciudad.
Pesa y llueve.
Se aquieta el movimiento de las calles.
Sólo anónimos paraguas de pasos inquietos se tambalean,
presurosos bajo el agua que limpia las aceras,
para guarecerse rápido en su íntimo aposento.
Se oyen ráfagas intermitentes de equívocas cascadas.
Fragor del asfalto bajo las ruedas de los coches
de muchos ciudadanos morada preferida.
En la muchedumbre desigual
la ciudad es un solo cuerpo embrutecido
un individuo sincrónico,
embozado tras la máscara del incógnito
Texto agregado el 17-04-2006, y leído por 104
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
17-04-2006
Ciertamente... dolor da ser una de las uñas de ese individuo colectivo: una de sus embrutecidas y arrastradas uñas.. paco-jones
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