En su vientre, Nada un mar de estas sangres, Una fuente de besos dolorosos Ya entregados. Un alo de pollera envenenada Que pulula en los mirantes marineros, Una flor sonora Y de sonrisa blanca. Unos pies que se alejan En el tiempo Y parten tierras. Una baba de pariente se sujeta Al vuelo de sus ojos, Y un elenco de latidos Se descarnan a su paso. Otros ojos en los míos, Mismo cielo en esas manos; Y la inocencia pura, Frontera de sus labios.
Texto agregado el 17-04-2006, y leído por 137 visitantes. (4 votos)