No fue una canita al aire ordinaria, normal. Ese dia, me había ido a una casa de citas, donde a mi pesar, ya me conocían. Después de hacer el acto, con una sucia, que al principio no me parecía así, salí, comentandolé al administrador del prostíbulo, que era mejor casarse, que estar en esas. El, todo serio, me contestó: Don Adrian, para que se va casar?, ¿para qué comprar una vaca, si se puede uno conseguir la leche?. No niego que esa respuesta me hizo titubear y aunque me dejó pensando, cojí el primer taxi que encontré. Lo primero que sentí, fue que ese carro olía a putiadero, pero no sé si era yo el del olor o esa fragancia que salía del taxi. Tratando de ser moralista con el conductor, me puse a hablarle de las cosas que yo pensaba, sobre las mujeres, que teniendo marido, se metían a follar, para ganar plata. Estaba a punto de ganar, pues el que calla otorga, cuando el taxista, me respondió a mi inquietud que al fin y al cabo no importaba tanto el de que la mujer de uno ande en esas, mientras traiga platica para poder comer, para la comidita. Ni que decir que esas frases me dejaron pensando y era en cierta forma, el castigo por ser de doble moral. |