pienso que pretender, adueñarse de cualquier tema que sea, es un herejia, pero del tema del amor, es como querer, retener en el puño de la mano, el aire que respiramos.
otra cosa que pienso, es sobre la importancia,
que puede llegar a tener, la vivencia de un momento magico, en la vida de una persona.
el poder de quedarse gravado alli, en la memoria,
por mucho tiempo, y en el cuerpo; una b(v)urbuja de tiempo, que nunca estallara, y que llegara alcanzar el sueño, de ser por fin, un globo por siempre.
freddy y sus amigos, dicen que yo participo, en un grupo con ellos, y no es asi.
yo estudie con generoso toch, esto es cierto, aprendi su metodo, lo aplico, pero no me siento, perteneciendo a ninguna comunidad artistica.
hago mis obras, las firmo con el nombre de lux, las vendo, cobro mi dinero, y no les rindo cuentas a ellos nunca. estan fanatisados, con la idea de que, conformamos un grupo unido. no me interesa.
va en contra de mi escencia de hombre solitario.
voy a contar un cuento corto.
su accion transcurre, adentro un reloj cucu. sus personajes son humanos. tendran que hacer, el esfuerzo de imaginar, a personas reales viviendo este aparato, que marca el paso del tiempo, informandonos, en que hora del dia estamos.
reloj que descansa en la pared, y que tiene una casa, que cuando dan las horas en punto, deja ver a sus habitantes, la señora dueña y su elegante esposo.
ellos se juntan, cumpliendo con la tarea, que el reloj demanda, al frente de su hogar, avanzando por dos caminitos separados, que confluyen en un especie de procenio, y alli, suspiran de enamorados.
eso es todo lo que se puede ver de ellos, pero la vida continua en la casa, hasta dar la nueva hora.
se dice en el barrio, seguramente, se hara una leyenda de todo esto, que para las pascuas de ayer, el matrimonio que habita, la casa del reloj cucu, salio como siempre, al dar las doce de la noche, del dia jueves de celebracion, y en vez de volver, como indica la costumbre, despues de ese encuentro clasico, de suspiros en el frente de la casita, se quedaron tomando mate, mirando por uno de los ventanales de la mansion, donde yace el reloj enfrentado, las estrellas; veintocho minutos, cuarenta y seis segundos, estuvieron alli, a la vista del publico, luego volvieron a encerrarse en su hogar. pero antes de entrar, saludaron a los vecinos del barrio, que miraban asombrados, moviendo las manitos como diciendo chau, hasta pronto.
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