Capitulo 1
La princesa despertó sobresaltada, sus ropas estaban desgarradas y le dolía la cabeza debido al fuerte golpe que recibió horas atrás al caer de su corcel, miraba todo a su alrededor mientras que cubría su cuerpo con los trozos de tela que alguna vez fueron un hermoso vestido carmesí; estaba nerviosa y asustada, y debo admitir que sentí un poco de satisfacción ante su temor, pero a pesar de la situación, los ojos de esa mujer se mantenían fríos, llenos de desprecio, ¿Por qué? Si tan solo pudiera encontrar en ella una señal, algo que demuestre que tiene sentimientos, que no es solo una muñeca. Si tan solo yo pudiera…si encontrara algún otro modo, pero no creo que sea posible.
Finalmente, sus labios se abrieron y escuche su voz, esa voz que despertaba tantos sentimientos, tantas emociones en mi alma. Por unos instantes dudé en mostrarme ante ella, pero sus palabras me hicieron acudir a su presencia, fue algo involuntario, no pude negarme a obedecer sus órdenes.
Tranquila princesa –fueron las únicas palabras que pude pronunciar. Ahora por increíble que parezca, era yo el que estaba nervioso y asustado, su sola presencia me hacia estremecer.
Espero que estés satisfecho y que gozaras de mi cuerpo –su voz desbordaba ira, y sus ojos acusadores parecían presagiar mi muerte- aunque es mejor que lo sepas de una vez, tu castigo será…
No princesa –dije con firmeza; esa era la segunda ocasión en toda mi vida que me atreví a interrumpir las palabras de esa mujer, necesité mucho valor para hacerlo pues la primera vez que lo hice las cosas no resultaron muy bien para mi- yo no te he violado, de hecho nadie lo hizo, pues afortunadamente pude detener a tu agresor antes de que lograra su malvado propósito.
Por unos instantes solo hubo silencio, la princesa me observó, intentaba reconocerme, al parecer no había olvidado mi voz, aunque pasaron cinco años desde la ultima vez que me escuchó.
Si lo que me estas diciendo es cierto, por que no te acercas, deja que te vea, pues eres un héroe, has hecho un gran servicio a tu reino –la voz de la princesa reflejaba más tranquilidad y eso me ponía nervioso, solo los dioses saben lo que una mujer como ella podía hacer en una situación como esa.
Yo no pertenezco a este reino, alguna vez fui un vasallo al servicio de su majestad, pero ahora no soy más que un proscrito.
Ahora entiendo, es por eso que aunque me llamas princesa, me hablas de una forma tan irrespetuosa, pero no importa, igual mereces una recompensa. –escuchar su voz y ver sus ojos eran una tortura, ya no podía resistirlo, así que decidí complacerla; le mostraría el rostro de su héroe.
Di un paso hacia ella para que la luz de luna iluminara mi cara. La reacción fue instantánea. Dejó caer una daga que llevaba oculta entre sus ropajes, por primera vez sus ojos mostraron una emoción aunque no estoy seguro de cuales eran sus sentimientos.
Tú, pero… no puede ser, que le paso a… a tu ojo.
Así es, como lo supuse me reconoció enseguida, y darse cuenta de que estoy tuerto la impacto, quizá mas de lo que yo esperaba. Fue un momento difícil para ambos, un momento de recuerdos, un momento de tristes recuerdos, después de todo ella es la culpable, de la pérdida de mi ojo izquierdo.
Es hora de que la verdad se sepa, de que mi princesa conozca lo que realmente pasó esa noche, y que descubra los terribles secretos que envuelven a la familia real.
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