José mataba perros, nunca logré entender por qué, no lo sé, él decía que él era satánico, y a mí me parecía que no era más que una moda de gente triste que llevaba un residuo artístico por dentro.
- ¿No te das cuanta de que el espíritu del perro se apoderará de ti? – le dije en una oportunidad
- ¿Crees en esas cosas? – me preguntó
- Lo creo, lo intuyo, lo veo y lo siento y una vez lo confirmé viendo un relieve asirio de la época de Nimrod. El espíritu de todo lo que torturas y violas y matas termina apoderándose de ti ¿No lo sabes? Es Dios, es la justicia, es la cosa que se da a pesar de que uno inmediatamente no se de cuenta, es la armonía entre todo los seres que subyace a pesar de que uno no se de cuenta. Un buen día cruzas la calle y un camión cargados de perros te atropella y luego arrojan tu cadáver a una basurero en donde los perros y los zamuros te mastican y aún queda una lagrimita conciente apuntalada entre tus párpados hinchados y ese es el momento en el que te das cuenta ¿te das cuenta? Lo que subyace entre todos y todas las cosas es infrangible – luego continúe perorando con un extraño aliento de falsa moralidad que no podía, pro más que quería, controlar - ¿Crees que bajo al excusa de un culto a Satán no pagarás el precio? ¿No te das cuenta que Satán es puro engaño que engaña a los imbéciles porque necesita de almas incautas de los tontos para avivar las llamas del infierno? ¿Quieres ser uno de los imbéciles que termine aullando de dolor en medio de las llamas del infierno hacia donde esa lagrimita caerá por todo el dolor causado? ¿Vale la pena hacer eso para espantar a los estúpidos burgueses? – Pero yo amaba a José, debo confesarlo, me sorprendía su actitud porque sabía lo muy inteligente que José era. Así que lo sentí, me refiero a su inteligencia, y temí estar equivocado - ¿O es que acaso, José, estás intentando fusionar tu espíritu con el espíritu de los animales que matas en un ejercicio para alcanzar la licantropía? Vamos, José, dime, respóndeme, sólo quiero comprenderte – pero José no dijo nada. En algo yo estaba equivocado: a José le sabe a mierda los burgueses.
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