Echo de menos
la rambla
y a veces extraño
a lo lejos
el Cotopaxi,
Echo de menos
la muzarella
del Tasende
en Ciudadela
y San José,
Y extraño a veces
el intermitente
madrileño
ecos de mármol
de El Comercial
Echo de menos
los médanos
y las rocas
de la Playa Honda
y a veces también
extraño
aquel trozo
de silencio
perdido en las
sierras de Navarra,
ululando a ras de siglos
temporal a flor de agua
y la pétrea presencia
del puente romano,
ese eterno convidado,
de piedra, naturalmente,
Echo de menos
la pausa
de ese Sur montevideano,
y también extraño
las mañanas perezosas
indolentes,
del Retiro,
rematadas por eternas,
recurrentes,
caminatas
de la Cuesta de Moyano
a la Puerta de Alcalá.
Echo de menos
bullicios,
Echo de menos
silencios,
Echo de menos
el mar,
Echo de menos,
el sol
Siempre extraño los momentos,
sin olvidar desazones,
Siempre extraño
los abrazos,
Sin olvidar
los reveses
Sigo siendo el eco
de nostalgias,
disfrazado de viajero,
Sigo siendo un uruguayo,
un trotamundos,
un laburante,
sigo estando enamorado
del presente
y la esperanza
© Eytán Lasca, 2002
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