El señor Ortiz, no fue precisamente mi santo de devoción, pero que tipo para hacernos reír a mi hermano mayor y a mi. Lo conocimos gracias al señor padilla, un viejito que era el chofer de la casa y que, por motivos de salud, tuvo que renunciar, por lo cual, nos presentó a un muchachón de unos treinta años, quien era evangélico y que lo apodamos con el tiempo, Mr. ortiz.
El primer recuerdo que tengo de él, es que parecía sacado de un pueblo mexicano, pues tenía pinta como de vicente fernández, solo que este no cantaba, si no que paso a manejar los carros de mi familia.
Ibamos a los pueblitos de tierra cálida, cerca de Bogotá, para pasar vacaciones y Mr. ortiz manejaba el carro. cuando se iba a tirar a la piscina, todos mis hermanos nos reíamos, pues se tiraba en forma horizontal, sacando bastante agua de la piscina y pegandosé unas quemadas muy dolorosas. Mr. ortiz nos hacia gestos y muecas, a nosotros que eramos unos niños y nos fuímos acostumbrando, a quererlo a él. Más tarde, se metía con las muchachas del servicio, por lo cual mi papá lo tuvo que echar, pues estas aducían que ese señor ortiz era un corrompido. No volví a saber nada de él, pero mi padre se enteró que el señor ortiz, manejando una buseta, quemó como a diez personas y a él lo metieron a la cárcel, a la universidad, como´él mismo decía, tiempo después. Aunque no se supó nunca la razón de por qué la buseta se incendió, queda claro que fue culpa de ortiz, quien sin apagarla, le roció gasolina al tanque interior y zas, muertos diez. Mi padre me decía a mí, que ese hermanito ortiz, lo hizo de aposta, pues quería ver como los que se estaban quemando vivos sacaban la lengua producto de esa gran calor. Ortiz fue a parar a la cárcel y allí duró poco, pues su argumento de defensa era el de que a él, se le había parecido un fantasma en forma de payaso, quien fue el que lavó la buseta de gasolina. Además cuando el juez le decía que tenía que quedarse en la cárcel, ortiz le decía que no había ningún problema, pues él allí, comía, dormía y se divertía en forma gratiniana. No tardaron en soltarlo, pues nadie se lo aguantaba.
Tiempo después, fue de nuevo, admitido como chofer de mi casa y cuando acompañaba a mi hermano mayor a donde se hacían las reuniones evangélicas, siempre metía la cucharada. Cierta vez, el pastor estaba predicando, jugando con las llaves de la iglesia y ortiz dijo, sin ningún respeto: Ay, es que ese hermano sixto, parece un San Pedro con esas llaves... Todo el mundo protestaba, menos mi hermano, que tenía que agüantarse la risa Cuando mr. ortiz nos acompañaba a las reuniones de los khrisnas, no entraba, pues el nos decía que de pronto le robaban los zapatos. En cierta ocasión, me acompañó a la finca y pasando por el pueblo, que estaba de ferias y fiestas, el señor ortiz exclamó al ver bailar a toda esa gente: llegamos a Sodoma y Gomorra. cuando se emborrachaba, a veces gritaba que él lo que quería era bailar con un marica. Viendo mi padre, que este señor no tenía redención, lo volvió a botar, no sin antes tener que sacarlo de la cárcel, por haber cojido a un viejito, con un carro viejo de mi familia. Lo único que supe del señor ortiz, fue que después de salir de la carcel,por complicidad en un atraco, terminó manejando un bus. Ese era el señor ortiz. |