Hoy, a la espera de encontrarte me encontré a mí mismo, y en mi reflejo vi lo que mencionabas, una preocupación absurda y lastimera de únicamente lo que yo deseo ver, aunque ahora después de todo no quiera verlo.

Es cierto, lo veo ahora, no me he detenido a pensarte como debiera, incluso he omitido fechas que te sé importantes y tanto para mí como para la gran mayoría, hay cosas que son importantes, pero casi nunca las decimos.

Vaya forma de enterarse de las cosas, no entendí el motivo de tu enfado, pero si soy yo el que falla, qué mas da que lo sepa hasta ahora si eso se siente, ¿cierto? Necesito y necesitas, necesitamos muchas cosas que no sé ya mismo si podamos darnos, cada cosa que digas y no sea cuanto quiero escuchar o saber me desalienta...

En espera de encontrarte al abrir los ojos, la realidad de éstas, nuestras cosas, me ha mostrado que no todo es tan ideal como imaginaba, que no estarás ahí toda la vida esperando, esperanzada por mí, o porque sea lo que tu esperabas, los pedestales se derrumban y las nubes cargadas de agua empiezan a caer, como los mástiles de un barco que se hunde, esperando tocar fondo.

No entendemos que esto desgasta ¿cierto? Leyendo un tratado de culinaria no entenderemos el porqué de este letargo, porque cuando la distancia se interponga, sabremos que ha sido después de todo, simplemente acaso lo mejor.

Puedes tomar una mano ajena, nunca yo me enteraré, puedes besar unos labios que no sean los míos, y al besarte yo acaso nunca otro sabor distinguiré, pero cuando me aleje de nuevo, sabrás y sabremos cual fue nuestro fallo, e intentaremos nefastamente confortarnos en el recuerdo de lo pasado, que siempre será mejor que lo que ahora no tenemos, porque en espera de encontrarte me encontré solo de nuevo, pero dudo que te pase lo mismo.