El encuentro se produjo un día hábil. Ella salía de su oficina y le dolía la espalda de su espoleada escoleosis. Hacía poco que se había colocado sus lentes de contacto optilent, porque era miope , de esas, que no ven una vaca en un baño, y sus ojos verdes querían ver el mundo, y no solo verlo. Entró a la librería, y hojeó uno de Poe. Se escucho una risita lejana. El rió con procacidad llamando su atención. Comentaron sobre libros, sobre best sellers, sobre stephen King, que prolífico autor y sobre la austríaca , ganadora del premio nobel. Le pidio el cel, y el lo anoto .Ella, lo dijo una sola vez, el lo anotó en el dorso de la mano very quickly, fast. A la una, cuando el dejó de trabajar en la librería la llamó. Salieron a respirar la noche húmeda del verano. La plaza los encontró vacía de niños y de pájaros. Una fina llovizna caía y los lavaba, sensibilizándolos, y la blusa de ella se le pegó a sus senos, y a sus pezones. El hotelucho quedaba cerca. Subieron la escalera con dificultad. La luz lúgubre. Las sábanas con olor a otros amantes, otros sudores, fueron testigos mudos de las caricias milenarias. Escuchó que tenía un hijo de 4 años, y además una catarata de palabras salieron de su boca, animándola a deshinibirse por completo, logrando su objetivo. Putita... que delicia...que sabor tan especial tenés...dejame gozarte... que acabo... Escuchó también que era hijo de madre soltera. Los besos eran ardorosos, íntimos, venciendo continentes antes inexplorados, cayeron los tabúes y los prejuicios. Los espasmos de placer que la sofocaron fueron los primeros que experimentaron sus músculos genitales. Ah!, era esto...y yo que pense que estallaban los planetas, musitó.
Durmieron abrazados, en una intimidad un poco forzada, pero saciados.
La mañana los despertó con un haz de luz apenas iluminando la habitación.
Salieron sin tomarse de la mano.
Ya eran dos desconocidos , esa altura de las cosas.
Yo me llamo Luis dijo, y yo Ana. |