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Total, aquello era una aventura más, simplemente eso. Hablarle románticamente a una mujer era algo sencillo para mí. Estoy seguro de que Rossie nunca había escuchado palabras tan sutiles como las mías. Por eso quedó embelesada, como cuando se hipnotiza a un niño con un gigantesco dulce. Luego de varios meses de estar viéndola conocía lo suficiente de ella como para comenzar una relación que fuese más allá de la amistad. Aquel lugar se comparaba a mis intenciones. Estábamos sentados debajo de aquella palmera frente al oscuro océano. Alumbrados de vez en cuando por un faro y acompañados por el leve resplandor de la luna. Sí, era lo que necesitaba para que mis palabras no pudieran fallar. De hecho, nunca habían fallado con ninguna de las que había traído aquí y menos con mi más reciente conquista. Se notaba a simple vista que estaba loquita por mí. Casanova al fin conocía qué decir y cómo decirlo. Al punto que en ningún momento intenté besarla. Fue ella quien me lo pidió. Al unirse nuestros labios fingí estremecerme como si estuviese enamorado.

—La noche es joven- le dije.

Proseguí besándola. Despertando en ella la inquieta pasión del deseo. Cuando las caricias se hicieron desenfrenadas me gritó tierna y suplicante un “detente” que obvié. Proseguí hasta que me pidió con voz temblorosa que nos fuéramos de allí. Tomándole suavemente una mano la invité a otro lugar. Su silencio significó para mí una afirmación. Subimos al auto. Pero, eso sí, seguí haciéndole comentarios románticos y acariciando su larga cabellera. Al llegar al motel se ruborizó. Yo la calmé con un apasionado beso y le dije que no se preocupara, que para mí también sería la primera vez. Desnudarla no se me hizo fácil. Rossie intentaba esquivar toda caricia cerca de los botones de su traje. Aquel “apaga la luz, por favor” comprobó mi pensamiento: “Esta señorita está completamente asustada”. Yo, como siempre, hice gala de mis conocimientos. Me escudé en la quietud y tranquilidad del cuarto oscuro. La desvestí sin prisa. Saboreando cada instante e imaginando su rostro atemorizado. Orgulloso de mi poder de seducción la hice mía repetidas veces. Nos embriagamos de placer hasta más no poder. Nunca olvidaré sus fuertes gemidos, ni su esbelto cuerpo pidiendo más. En nuestra despedida no faltó una desenfrenada caricia.

Días después, deduje que el continuo pensar en ella no era simple coincidencia. El amor había tocado por primera vez a mi vida. Traté de luchar contra este nuevo sentimiento que me agobiaba. La confusión de perder mi fama de “Donjuán” no fue más poderosa que tener dentro de mí aquella sensación nueva, profunda y, sobre todo, sincera. La llamé a su teléfono celular. Hice una cita invitándola a cenar. Yo mismo preparé la cena. Nos acompañé de música suave. A la luz de dos velas que adornaban el centro de mesa logré con palabras, esta vez sinceras, declarar mis intenciones. Sacar un anillo de mi bolsillo y pedirle a Rossie que fuese mi esposa tomó sólo un instante. Ella frunció las cejas y como respuesta me dijo:

— Lo siento mucho, me gustaría… pero… no puedo.

Rápidamente cambió de tema, dejándome inmóvil y perplejo. Aunque deseaba una explicación, no me precipité a exigirla. Varios minutos de silencio siguieron. Fueron interrumpidos por Rossie. Con voz calmada exigió un beso. La besé y, con desesperación, le pregunté por qué no se podía casar conmigo. Su respuesta me hizo sentir como si estuviese desnudo en el Polo Norte.

— Porque tengo otros planes para mi vida -dijo- Debes saber- prosiguió- que si lo deseas, podemos seguir con esta hermosa relación. No vuelvas a hablarme de boda y todo continuará siendo tan divino.

Quedé atónito. Todo mi ser se rompió por dentro. Aún así, lo disimulé con una carcajada y le expliqué que estaba de acuerdo. Luego de la cena ella se despidió con el pretexto de llegar temprano a su casa.

—Ya te he dicho cómo son mis padres- dijo mientras me abrazaba. Quedamos en vernos en una próxima ocasión. Al marcharse, borré de mi rostro la falsa sonrisa y sequé, por orgullo, dos lágrimas que brotaron sin querer.
—No perderé el control- dije en voz alta- mañana iré a su propia casa. Volveré a insistirle. En resumidas cuentas, me demostró que está enamorada de mí. Sé que aceptará.

Encendí el televisor. Estuve frente al aparato hasta que el sueño ya parecía vencerme. Al apagarlo quedé en profunda oscuridad. Deseé que amaneciera pronto para así volver a declarar mi amor a Rossie. Cuando desperté y me di cuenta que abrazaba a mi almohada, sonreí. Me vestí con la mejor ropa que tenía. Utilicé el perfume que ella misma me había regalado. Compré una rosa y titubeé por breves momentos al pararme frente a su casa y recordar que me había prohibido venir. Incluso aquel día que a insistencias mías, la convencí de traerla a su casa me hizo prometerle nunca volver, pues sus padres no me aceptarían. "No importa"- pensé. "Quien me tiene que aceptar es ella".
Decidido, toqué la puerta varias veces. Al ésta abrirse un niño me recibió. Cuando le dije que quería hablar con Rossie, él gritó:
-¡Papá, alguien desea hablar con mamá!
Escuchar al niño y divisar en la sala una fotografía enmarcada de Rossie vestida de blanco me puso a temblar de pies a cabeza. No salía de mi asombro. Algo me dijo "sal de aquí" y, al disponerme a hacerlo, un hombre de alta estatura me dijo:
—Rossie no está, pero ¿puedo ayudarle en algo?
—…Sí
– contesté - ¿es usted su esposo? Le pregunté.
—Así es- Contestó tranquilamente.

No sé si aquel hombre notó cuando mi rostro cambió o cómo mis manos temblaban. Puedo asegurar que cuando volvió a preguntar lo que yo deseaba, sólo atiné a contestar:
—Quería saber si pueden ustedes cooperar, con una noble causa, comprándome una rosa…





®Angelo Negrón Falcón
Derechos reservados conforme a la ley
Montaña Recuerdo®
Taller Literario y de las Artes Inc.®
Año 3, numero 3, 1995.

Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida total o parcialmente, ni almacenada o trasmitida por cualquier tipo de medio ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, registro u otros, sin la previa autorización del autor.



Texto agregado el 10-12-2003, y leído por 427 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
21-12-2007 tendras una rosa negra?? ***** magaoliveira
25-06-2007 Es un cuento precioso, esta buenisimo, me encanto, ojala pudiera escribir asi... SleepAlone
12-05-2007 un lindo cuento muy bien detallado bello trabajo5* neison
23-11-2006 Protagonista = Yo. BrendaTuga
23-11-2006 muy natural, lo cual lo hace muy bonito. abymoby
04-11-2006 Felicitaciones! Es uno de los relatos que me encantò.Lo que siente el protagonista, sentimientos muy bien narrados, el cambio de deseo al amor muy bien logrado Elfinal buenisimo. doctora
18-11-2005 ***** peinpot
27-09-2005 que lindo me encanto y tambien senti el frio dolor del personaje, muy bien llevada felicitaciones ***** lagunita
05-09-2004 Suscribo totalmente lo dicho por nomecreoná. Pulcramente escrita esta historia del cazador cazado. Saludos. juanrojo
17-04-2004 Bien maestro, si eres todo un escritor. Ahora me provocó una risa. Obviando lo bien construido, la historia fluye sin distracciones para el lector. Saludos. bartlebymex
10-04-2004 quiero decirte amigo angelo que ¡te pasaste!, recorrí la rabia hacia el galan, emoción ante ese amor, curiosidad, y celo, pero sobre todo compasión por ese amante como quedan pocos en este mundo donde el deseo de comprometerse es cada vez mas escaso y las mitades de las naranjas se encuentran a destiempo. El final ¡GENIAL! janine
29-03-2004 muy bueno, realmente inspirador, jajajaja. el conquistador resultó conquistado, eso me pareció muy bueno, muy buen final inesperado. felicidades y mis estrellas. LaPatineta
22-02-2004 Es muy original, está tan ameno...cuidado y sentido. Se atraviesa el umbral fácilmente. Buena salida la de la noble causa, la mejor...como son estas mujeres casadas... nomecreona
01-01-2004 Un final sorpresivo y desilucionado, de penas y dolores, de esconder sentimientos ante las veladas realidades. Wow! Muy bueno. Gabrielly
 
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