Esto de casarse o tener una amante más joven que uno, es realmente un grave problema. Cierto abogado me pregunto: oiga Darío, usted no se ha casado?, le contesté que no señor. Me dijo, con una sonrisa simpática: bien hecho ´Darío. los hombres solteros, son los más inteligentes. Después de descubrir que el abogado se estaba separando de bienes y de cuerpos con su esposa, comprendí el sabio consejo dado. Otro conocido, me volvería a hacer la pregunta y resulta que con mi negación, también me felicitó. Supé después que ese viejito, la mujer veinte años más joven que el, lo dejó en la ruina y por eso creo yo, los sanos consejos para que no me casara, dados por el viejito.
A don Alvaro, lo conocí, gracias a mi oficio: vendedor de seguros de vida. Es así, que cuando iba a cobrarle la prima del seguro, me afirmaba que la que se entendía con eso, era su señora, doña luz. La señora luz, una mujer de unos treinta años y como de la mitad de años que los de su esposo, siempre me atendía muy bien y hasta pensé en que me estaba echando los perros, pues era muy especial y se comportaba muy coquetona conmigo. Siempre pagaba la prima del seguro y siempre me hacia la misma pregunta: Don Darío, si Alvarito se muere, ¿cuanto me dejarán a mi?. Yo, ocultando mis ganas de reir le explicaba claramente las condiciones de la póliza y fin. cuento acabado. Iba siempre a despedirme y como cuatro veces, que se repitió lo mismo, él siempre me decía: Estoy que me suicido.
Baste saber, que el seguro se terminó por falta de pago, pues alvarito no tenía una enfermedad muy notoria. Al cabo del año de muerta la póliza, don Alvarito se pegó un tiro. Doña luz no me volvió a hablar, aunque me la he encontrado varias veces, cojida de las manos con un negrote, atlético y más joven que ella. La última vez, que me preguntaron sí yo ya me había casado, les respondí que sí, pero con la mano, recordando la frasecita aquella de que: cuanto me darán a mí, si Alvarito se muere?...