Cómico
Paso que una noche me encontraba entreverado, interpolando, al sueño con nuestra realidad. Al juzgar, me hallaba mas en un trance, en uno no muy profundo debido a que soñaba con entrar por una especie de puerta onírica y a su idéntica vez podía sentir el frío de la habitación, en donde se quedo mi cuerpo. Oía con toda claridad el ladrido híbrido, de los perros y el céfiro y sus ráfagas allí; al otro lado de la ventana. Pero esas son cuestiones para gente mas esotérica y paranormal, por que mi intención no es exagerar en demasía, ni tampoco instaurar la apatía. Pero si, ambientar el proceso que en el tiempo se cuantifico esa curiosa noche.
Como comentaba en un principio, antes de irme por las ramas; dormía yo en una de esas camas cuchetas –en la de abajo-; cada tanto escuchaba carraspear a mi hermano y girar en si mismo por arriba de la cama.
Como a las tres de la mañana mas o menos, se arrojo de su cama muy exaltado, prendió la luz y comenzó a revolver entre su ropa colgada en una silla. Todo esto lo atendía desde mi sueño; obviamente no lo podía ver, pero las emisiones de temperatura que de su cuerpo divergían me decían que estaba acercándose a mi celular; escuche que lo tomo y se oyó el tono de marcado.
Al cabo de unos segundos sonó el timbre del suyo, debajo de la cucheta -abajo, al lado de mi zapatilla-,lo busco, lo agarro y contesto. Es irremediable que se escucho a si mismo diciéndose:
-¿hola? -se tentó de risa, pero carcajeo bajito-, ¡que pelotudo!.
Apago la luz, se trepo riéndose, se acostó y cada tanto se reía como patán el perro de los dibujitos haciendo vibrar la cama.
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