Laura Susana llegó temprano al banco, donde laboraba desde hacía dos años. Recién cumplía veintidós años y ya despuntaba como una excelente relacionista público, trabajando en atención al Cliente.
.-¡Buenos Días!.- saludó a su jefe.
.-¡Buenos días Laura!, hoy el día está mas precioso con tu presencia.-
Agradeció la lisonja de su jefe y se dispuso a trabajar de inmediato, pero observó con nerviosismo, como una mirada le era dispensada con bastante inquietud por uno de los clientes que esperaban a la entrada de su oficina. No le prestó especial atención, pero si le incomodó un poco.
.-¡Buenos Días!,.... Señorita, ¿Es usted Laura Susana Díaz?.- el corazón casi se le salía del pecho, pues imaginó desde un principio, que aquella mirada significaba algo para ella. El presagio no le era infundado y asintió muy tímidamente.
.-¡Si.....!
.-Si eres Laura Susana Díaz, ...¡Yo soy tu padre!!
.-¿Perdón?.....¡Queeeee?- fue automática la reacción como no entendiendo la pregunta, pero un torbellino huracanado con nombre femenino, se formaba en la boca de su estómago, haciendo de las suyas para desvencijar, el precioso momento de un día mas de trabajo que su jefe le había hecho notar.
.-Señor, ...¡Usted está loco!, mi papá es el señor Eleazar Díaz y no hay razón para que se tome la libertad de alterarme hoy precisamente.
El sofocamiento no se despegaba de su humanidad y trató de aliviar la tensión que aquel hombre le sembraba y tratando de desviar la atención le preguntó:
.-¿Quien es Usted y que quiere de mi?
.-Como ya te he dicho,... ¡Yo soy tu verdadero padre!. Mi Nombre es Israel González Duarte y fui hace veintitrés años, novio de tu madre Ana María Valdez y de esa relación ella se embarazó y naciste tú.-
Laura Susana no respiraba; sintió que su corazón se paralizaba y un deseo de escapar de ese hombre extraño, le anunciaba el peligro que su cerebro trataba de alertarle.
No sabía si llorar o salir corriendo, mientras aquel hombre, que de pronto se presentaba como su padre, la observaba como presumiendo, sin detenerse siquiera, en el perjuicio que alentaba con su falta de delicadeza y que le producía a la aturdida chica, un desasosiego en tan menesteroso momento.
El brillo de sus ojos perdió el resplandor que hasta ese momento tenía y cayó apesadumbrada y balbuceó:
.-Sea como sea,...¡Mi padre es y seguirá siendo el mismo!.- lo dijo con la rabia y el dolor que se turnaban para alterar su dulzura y aunque no comprendía absolutamente nada, se repuso y murmuró en preguntas:
.-Ahora,...¡Como supo de mi?, ¿Por qué después de tanto tiempo?,¿Por qué yo nunca me di cuenta de nada?, ¿Por qué me engañaron?, Porque yo?, ¿Porque?, porque?????.-
desolada y vencida por el desasosiego, se enredaba ante la tropelía de tantas preguntas sin respuestas.
.-Lamento que sea de esta manera, pero creí necesario, por el bien de la sangre, que supieras que yo soy tu verdadero padre biológico y si te sientes vulnerada, no es precisamente por mi culpa y menos que te hayan engañado por tanto tiempo.-
El hombre extrañamente, se liberaba de toda responsabilidad y se aprovechaba de la delicada situación que había logrado crear con la mas cruel impudicia.
La dulce joven, no lo podía creer y se dejó deslizar a través de los pesados recuerdos, que apenas unos minutos antes, le parecieron los mas hermosos de su vida. El color de su piel era igual o parecido al de su amado papá, es mas, hasta llegó a vanagloriarse de su parecido con él y jamás puso en duda, ni por un momento, la conducta de su madre, lo cual le animó a recelar un tanto de aquel extraño. Buscó afanosamente el teléfono y se dedicó marcar nerviosamente y casi con desesperación, el número de su casa, para hablar con su madre.
.-¡Hola mami!, quiero que me aclares el porque hay una persona cuyo nombre es Israel González, diciéndome que es mi verdadero padre.- ya comenzaba a llorar.
.- ¡Mami!, ¿Cómo es eso?, ¡Ayúdame por favor!!!!!!!.-
Ana María se quedó paralizada, impactada y casi impávida no respondía.
Sus músculos faciales se negaban a responder y sus labios se secaban por la falta de oxigeno lo cual hizo que Laura Susana, desmayara toda ilusión de que era,..¡Una pesada broma!, mientras yo, que había cargado con la obligación maravillosa de criarla como dios manda por casi veinte años,...¡Estaba ajeno a lo que estaba sucediendo!!.
Laura Susana estaba aturdida. El testimonio que acababa de vivir ya lo adivinaba, pero...¿lo presagiaba?. “¿Qué Eleazar de Jesús Díaz Ortega no fuera mi padre?”, se preguntaba a cada momento como hostigándose ella misma tratando de entenderlo. “¡No puede ser!”, “¡No puede ser!”, se repetía nuevamente y por un momento, me odió con todas sus fuerzas, ..digo a su padre no biológico, porque se sintió vulnerada en su buena fe como hija, como persona. Se sintió humillada y vejada porque la admiración y el respeto que la abrumaban, se desmoronaron como un castillo de arena se desploma al recibir al viento impetuoso, arrebatado, impulsivo y repentino de la manera mas grotesca e irrreverente.
Por un momento aparecieron en sus recuerdos, una avalancha de imágenes de su adolescencia que le revelaban muy sutilmente, ciertas situaciones que ahora comprendía en todo su contenido. En su mente, el castigo, la venganza, la retaliación, el odio, la condena, el rencor y sobre todo el engaño se le acababan de mostrar sin esperarlo y por unos minutos, comenzó a llorar desconsoladamente.
.-Ven a mi casa para que conozcas a mi hija Laura Susana,...¡Es todo un amor!.- me dijo en una oportunidad la preciosa muchacha, que apenas unos días atrás, había conocido en el mismo barrio donde residía.
La chiquilla ejerció una personal atracción sobre mi, sobre todo, ahora que recién me había convertido en novio de su mamá, la escultural Ana María Valdez, famosa en el barrio por su belleza y espectacular cuerpo. La carita de aquella pequeña con sus tres biberones colgando, mientras uno lo mantenía en su boca, me cautivó de inmediato y le dediqué a sus facciones especial atención pues,....¡Hasta se parecía a mi!.
Me incliné con un gesto atrevido y muy paternal, le hablé bajito con la ternura acompañándome y ella, en un impulso natural y muy hermoso, me abrió sus brazos, se me abalanzó y me besó con tanto cariño y candor en la mejilla y con ese su olor todavía a bebé, que quedé atónito y maravillado pues asumí mágicamente, que me estaba diciendo:
.-¡Hola papi,....¡Te estaba esperando!.-
La chiquilla contaba con dos añitos y medio de edad y tenía un “no se que” muy cándido y angelical que hizo de la magia, una funcional máquina de infinito amor que se volcó hacía esa niña que no soltaba mi cuello. Supe desde ese mismo instante, a mis veintiún años de edad, que no me separaría jamás de ella y que la cuidaría y la protegería hasta el final de mis días.
Ana María, percibió congraciada y conmocionada, la alegría que sentí o mas bien la emoción que experimenté, cuando sentí ese abrazo conmovedor y hermoso de parte de su hijita querida y con un sentimiento especial, nos abrazamos los tres en una cómplice situación de compenetración que hacía pensar que nunca nos separaríamos.
¡Fue un mágico hechizo que me cautivó!
Cuando volví en mi, luego del maravilloso impacto que me causó la niña adorada, Laurita Susana, me dirigí con seriedad a su madre y le dije:
.- Tienes una hija maravillosa y bella....¡Parece como si Dios me hubiese premiado.- todavía sentía sus labios pegados en mi mejilla.
A partir de ese momento y todos los días, al llegar a la casa a visitar a mi novia Ana María, lo primero que hacía era preguntar por Laurita Susana y ella al verme rebasar la puerta de su habitación, se alegraba y me recibía con sus bracitos extendidos con tanto placer, que me hacía sentir el padre mas grande del mundo y cuando me sonreía, balanceaba de un lado a otro su menuda cabecita como asegurándose, de que recibiría complacido, su gesto generoso, infantil y grácil, con la más fina y sutil intención de agradarme.
.-Mira lo que traje.- le enseñaba un nuevo biberón para eliminarle los tres que siempre mantenía enganchados y ella, mirando incrédula a su mamá como pidiéndole su ayuda, me asentía en señal de aprobación, pero con los ojitos color café llorosos, mientras Ana María se encogía de hombros como diciendo, “Ese no es mi problema”.
.-¡Gracias papi!, te quiero mucho!.- Aquellas palabras me penetraron hasta lo más profundo y horadando hasta el ultimo vasito de mi corazón, me estremecieron tanto, que la abracé y le di un beso muy tierno y delicado mojando con mis lágrimas, su abultadita frente, abonando para la imaginación creadora de cualquier artista, aquella escena llena de dulzura real y pura .
Ese día,...¡Me había ganado una hija!
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