No sé porque pasó; de todas formas fue que la muchacha del servicio, una señora ya de edad, se convirtió, muy rápido, en mi consejera espiritual. Yo, en un momento dado, estaba muy triste y casi llorando, despechado por una chica angelical, escuché su consejo de oro: Tengalo bien presente, que mujer bonita, mujer putita, joven Francisco. Yo todo triste y muy rabón le contesté: Según eso, usted, doña Esmilda debió haber sido una belleza, una mujer divina, cuando era joven.
Así terminó esa conversación. yo por dentro, sabía que me había vengado, lo que no sé es si el refrán de esa muchacha del servicio, sea verídico o no, pues, como que a la larga, tenía medio razón. |