Parece incuestionable
que sobran alegatos,
para persuadir al sol
a salir todos los días.
Pero surge el dilema:
¿qué hacer para iluminar
la oscuridad de la razón
sin producirnos daño?
¿Cómo abrir las oxidadas
cerraduras del alma inmortal?
¿Es posible volver a calcular
la ecuación de una caricia?