CARTA AL PLANETA
Yo soy un hombre insignificante... ¿Quién me querría escuchar?
¿Cómo decir algo tantas veces repetido sin fastidiar?
¿Cómo impulsar a las mujeres y a los hombres a trabajar por el bien de ellos mismos y de sus seres amados?
¿Cómo darles motivo para que sientan la necesidad de hacer algo más aparte de cumplir con sus diarias obligaciones con las que tanto los agobian?
¿Cómo lograr que me brinden unos pocos minutos y lean esto?
Tengo cuarenta y ocho años y (no sé por qué) guardo algunos ideales de juventud.
En algún lugar llevo algo similar a una vieja voz de mi adolescencia, cierta certidumbre interior que siempre me hizo pensar que el mundo de mañana podía ser mejor y debía serlo.
Pasado el tiempo, en vez de tornarme conservador, me resisto a la decadencia de aceptar las cosas como están.
Y creo transitar por el camino correcto.
Veo a mis hijos y lo confirmo, aunque no les falte lo necesario, cuando pienso en su futuro.
Miro a los niños pobres de mi ciudad, de América, del Mundo, y estoy más que convencido de la veracidad de la vieja voz que guardo desde mi juventud: Un mundo mejor es posible (y urgente).
No quiero aburrir; seré breve.
Los que deseen profundizar pueden leer en la red mi obra “EL MENSAJE” o pedírmela por e-mail, o acceder a otros trabajos que tengo colgados en la Internet (1).
Sin duda, Usted está tranquilo, en algún lugar, leyendo esto.
¿Sabe cuántos no gozan de su misma oportunidad? No todos tienen paz.
Usted tiene en su hogar lo mínimo indispensable.
¿Sabía que la pobreza en el mundo alcanza cifras alarmantes? Hay muchos a los que les falta lo imprescindible.
En general, puede planificar su vida y ayudar en esa tarea a sus seres amados.
Mientras tanto, hay una silenciosa y enorme mayoría sin mañana.
Tener: trabajo, vivienda, comida, salud, estudio, seguridad, etc. son bienes de una pequeña porción del total de los habitantes de este planeta.
Nuestra única casa, la Tierra, sufre despojos que harán desaparecer, dentro de pocos años, a: islas y sus pobladores por el acelerado derretimiento de los glaciales, selvas por la devastación humana, reservas de agua dulce, petróleo, miles de especies animales.
Es algo confirmado hace escasos días por la comunidad científica reunida en Curitiva, Brasil, a pedido de la Convención para la Biodiversidad de las Naciones Unidas (http://www.clarin.com/diario/2006/03/28/sociedad/s-03104.htm).
¿Hace falta decir más?
En la primera plana de los diarios de mañana, y de pasado y de todos los días cercanos, Usted leerá noticias sobre: actualidad política, algún conflicto bélico internacional, economía, espectáculos y deportes.
No será tapa algo así como: “Es Urgente que todos los habitantes de este único país llamado Tierra trabajemos unidos sobre nuestros puntos coincidentes para evitar la suma de males que por nuestra propia acción u omisión nos lastimarán a todos”.
Hay que hacer algo antes de que llegue mañana, aunque el periódico siga publicando en su primera página el gol de oro o el resultado de los sufragios o la novedad de esa estrella del espectáculo.
Está en marcha un acelerado proceso de destrucción global y si esperamos a que sea tapa de los diarios, “será tarde”, “irremediablemente tarde”.
Yo creo que “Un mundo mejor es posible”, pero soy un hombre insignificante... ¿Quién me querría escuchar?
Daniel Adrián Madeiro
Construyamos una Tierra digna de nuestros niños
(1) “Millones asediados”; “El mensaje del maestro”; “Las formas de DIOS”; “Yo haré, tú harás, nosotros haremos”; “Naufragio de la estima”; “Lágrimas de marzo, sombras de septiembre”; “MayDay”; “Reflexión sobre el cartel”; “Datos de hoy sobre el mañana – Reflexiones sobre la situación de la niñez”; “Poemas para todas las niñas y los niños de la Tierra”.
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