Tu labio inferior, acosa la estrecha fusión
que indagan mis entredientes.
Tu labio superior, permite la presión
que indaga tu boca entera, en mi sabor.
Reducen mis ojos la intención de perversión,
pues no quiero notes,
el reto que me produce tu gesto.
Guerras de roedores espirituales,
sumando radiaciones transformadas,
imperativos temblorosos oportunos,
relajando perspectivas de soledad
(aunque no tanto),
y desquicio contra la innocuidad
de un cuerpo tajado.
Y ahí descubro, que un tiempo de paz,
podría ser el de quemarnos,
el de hallarnos en algún himno de cama,
el de permitir que tu gesto, se pervierta en mis ojos,
para reflejarte que indago en tus labios,
los besos que aún, quedan por darnos. |