Matías estaba sentado en la cama, con fuerza agarraba su osito mientras repetía:“Mi mami no lo hará”
Sus ojos seguían con suma atención el recorrido de las agujas del reloj.
María y José lo habían encontrado en esa posición poco después del anochecer. Rápidamente llamaron a la policía y allí estaban todos, intentando saber dónde se encontrarían los padres de ese pobre niño.
- Resuena mi niñez en cada uno de sus gestos –le dijo José a su mujer.
- Creo que ya no habrá besos de seda en este tranquilo hogar –susurró ella.
La noche se hacía larga y un nuevo día estaba por llegar.
- Matías le tenía terror al cambio, sus padres me habían comentado que estaban por mudarse –comentó María en voz baja, mientras miraba su reflejo en el espejo.
- ¿Usted cree que lo han abandonado? –preguntó con un gesto serio el oficial principal.
- Me cuesta creerlo. Matías es adoptado pero lo querían mucho. Lo habían encontrado una noche en el bosque. El Médico dijo que si no lo hubieran traído hasta la casa hubiese muerto de frío. –La mujer fumaba sin parar.
De pronto la atención de todos los presentes se desvió hacia el pequeño. Empalideció de una manera preocupante, estaba transpirando y tenía convulsiones.
Daba vueltas sobre la cama y de su boca brotaba una especie de espuma. En el ambiente flotaba un manto de turbulentas tinieblas. Cualquier anhelo de satisfacción se había borrado en la cara de todos.
Matías rodó por la cama y cayó sobre la alfombra. Puso sus manos en el piso y comenzó a andar, impulsándose con sus dedos.
La imagen era aterradora. De un salto quedó de pie sobre el escritorio, donde su padre adoptivo solía recortar los diarios.
Tomó la tijera y arremetió contra el oficial principal. Con el filo le cortó la garganta en un solo movimiento.
José intentó ayudar, pero el pequeño le clavó la tijera en un ojo, e inmediatamente repitió la operación sobre la garganta y luego sobre el pecho.
María estaba acurrucada en un rincón, sin voz, y con la cara desencajada por el terror. El niño se acercó gateando con la tijera en la mano. Cuando llegó hasta ella se paró y le hizo una caricia sobre su rostro mojado por las lágrimas.
María respiró aliviada, en el exacto momento en que Matías le hundió la tijera en la yugular.
En ese instante ingresó el guardia que estaba inspeccionando la casa.
- Señor, encontramos a los padres, están degollados en el sótano metidos en una enorme caja ...
El pequeño no le dio tiempo a reaccionar, saltó violentamente sobre él, le arrancó la lengua con los dientes y le clavó la tijera justo en el corazón.
Una vez que estuvo seguro de que no había vida en ese lugar caminó hasta la cama y se sentó.
Mi mami no lo hará ... Le pedí que se encargara de papá, pero no lo hizo, así que tuve que encargarme de papá, de ella y de todos los demás ... Mis hermanos deben estar cerca, la aguja pequeña del reloj está alineada con el seis. Mi misión falló. Sólo debíamos estar mamá y yo. Lástima que ella no lo entendió y lo arruinó. Necesitaba llevarme un espécimen que pudiera criar a los recién nacidos en Urán. Tendremos que seguir la búsqueda hasta hallar a una igual. Nuestro reloj biológico nos empieza a marcar la hora, pero derramaremos toda la sangre que sea necesaria para aplazar el tiempo un poco más. |