Les voy a contar una historia. Bueno no, mil historias, porque, realmente, puedo decir que no tengo una sola historia que contar, sino casi una infinidad. Soy persona del gusto de salir a pasear por las tardes con mi cámara fotográfica. Seguramente ustedes tendrán también una y la utilizarán, generalmente, para aquellos momentos verdaderamente marcados de sus existencias. Es un bonito regalo, pasado el tiempo, poder volver a comprobar aquello que vimos y vivimos años atrás. Es algo realmente magistral. Pero yo no soy persona de hechos magistrales, me gusta y complace la delicada esencia del momento inapreciado, de la escena olvidada y del detalle sin universalidad. Por eso gusto tanto de mis paseos. Voy a una plaza, una plaza cualquiera. Es una plaza llena de personas anónimas y las fotografío. A veces no llego a pulsar el botón que acciona el objetivo de la cámara, simplemente me deleito observando a través de ella. Les invito a que cojan su propia cámara y miren a través de ella. Es algo verdaderamente cargado de poesía. El mundo está lleno de realidades, de mil universos en cada escena, en cada paso. Pero cuando miramos a través de la cámara, la monumentalidad de ese universo deja paso al gran primer plano, a ese detalle ínfimo que es el que muestra la cámara. Lo mismo, simplemente, vemos como cae una hoja de un árbol y en mitad de su descenso le hacemos la foto. ¿Qué tenía de especial? Nada, por eso la fotografié. También tenemos a un niño que juega con la pelota y a dos niñas que saltan a la comba. No he inventado historias sobre esas personas ni he imaginado un futuro lleno de intrigas y aventuras dignas del próximo Best-seller, no se engañen, simplemente observo esas escenas a través de mi pequeña ventana. Me gusta observarlas, no sé, es algo así como un ejercicio de paz interior. Significa que el mundo gira al margen de los grandes acontecimientos y eso es algo grande. Hay un fondo detrás de una superficie, ¿No?
Cada noche, cuando vuelvo a mi hogar tras el paseo, con mi cámara al hombro, pienso si por el mundo caminará alguien como yo, alguien que guste de los paseos anónimos, de los hechos anónimos, de los segundos sin importancia vital. A veces pienso que, tal vez, alguien me ha fotografiado a mí también mientras fotografié a aquel que a su vez estaba fotografiando a otro que también hacía una foto a…