¿Por qué debo sentarme a esperar al príncipe azul?
Llevo tiempo esperando por alguien que me valore por lo que soy, por lo que valgo, que se fije en la calidez de mis ojos cuando entrego amor, que me descubra con cada mirada tierna, que entregue en cada beso su alma, su ser entero a cambio de un momento conmigo… en fin, alguien que me ame como merezco.
Pero ajena a toda circunstancia amorosa siempre me detengo en la alternativa equivocada, paso de la inseguridad, al “podría ser”, a la fase de romanticismo épico, y luego a la sensación de enamoramiento que me lleva a pensar que únicamente con aquel hombre seré feliz en la vida. La sensación de saber que una vez más me dejé guiar por el entusiasmo y expuse nuevamente a mi corazón a la decepción es muy desgastadora, me remuerde la conciencia saber que mis ilusiones me ganan la batalla, que aún que trate de creerme el cuento de la mujer independiente del siglo 21, sigo creyendo en la historia de hadas y en el maravilloso príncipe azul que toda mujer sueña encontrar. Los desencantos amorosos duelen, pero más duele saberse responsable de ellos.
Tal vez si como mujer tuviera más RAZÓN y menos CORAZÓN, podría fácilmente encontrar a una pareja que me hiciera sentir acompañada, querida, valorada y protegida en varios sentidos…pero y el amor? Ese es el punto. Toda mujer siempre busca el AMOR, no la compañía.
Sentirse amada es la sensación más maravillosa que pueda existir. Más allá del cuerpo, el éxtasis del placer y el aluvión de sensaciones físicas que conllevan el amor de a dos, saber que existe un hombre amigo, compañero de la vida, amante, que nos entiende y nos complementa en nuestras falencias es impagable… y la vida entera nos dedicamos a encontrarlo. En el camino, y de acuerdo a nuestras posibilidades, vamos modificando nuestras exigencias para adaptarlas al candidato que a los ojos de nuestro corazón lleva ventaja, así cuando nos sentimos “conectadas” con ese otro, olvidamos toda exigencia o prerrequisito empeñando el alma con tal de que una nueva relación de amor funcione.
Entonces, no somos nosotras como mujeres las que escogemos. Yo no escogí enamorarme de él en particular, fue mi corazón quien cansado de fracasos y de tanta soledad, decidió abrir camino a la esperanza del amor que él me brindó. Eres tu corazón mío quien me ha estado guiando toda la vida a escoger y a aventurarme a cada nueva historia, eres tu quien no se ha cansado de buscar a la persona que te haga latir con fuerza, al que con un beso te haga perder el ritmo natural de tu existencia, quien te agite y te detenga en cada caricia, en cada excitación. Tú corazón amigo mío, entonces te arriesgarás en el futuro a seguir buscando a tu otra mitad, a tu otra parte, tu medio latido para seguir viviendo.
Sentarse a esperar a un príncipe o salir a buscarlo ya no importa, lo importante es contar con un corazón honesto que te guíe y te comprenda tras cada paso dado. El mío en particular, no entiende de engaños, no sabe de mentiras, no acepta rencores o envidias, es tolerante y se entrega sin pedir mucho a cambio, sólo que lo amen. Se siente frágil ante tanta soledad, se desvanece en la espera muchas veces, y se derriba si alguien lo lastima y lo hace llorar, pero ante todo también es valiente, sabe ponerse en pie y retomar su camino, se detiene a reflexionar en la tristeza lo suficiente para vivenciar su dolor, pero también para no olvidar que del dolor se aprende más que de una alegría vacía.
Por todo esto, renace hoy la esperanza que tras cada paso andado hay una cuota de mí que aprendió la lección, que debo ser paciente, pero inquieta, prudente, pero impulsiva, honesta, clara e intuitiva, de esa forma dejaré a mi corazón hacer lo suyo y un día despertaré con la sensación de que alguien existe para mí, porque mi corazón al fin lo halló y lo trajo hasta mi para compartir mis días.

(CAST)