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La pregunta es: ¿Qué me estoy haciendo a mí misma?
Y la respuesta no es fácil cuando se tiene un corazón como el mío.
Las ilusiones me asaltan como si fuera la presa más débil de todo el rebaño de humanos que existen en este planeta, parece que el destino se ensañara conmigo, pero después reflexiono y digo: es más que seguro que el 99% de las personas se siente igual de especial que yo cuando algo relacionado con el amor fracasa… así que después de todo, dentro de un universo de personas, todas especiales, nada es muy especial en verdad.
Siempre he buscado hacer las cosas bien porque es la única forma que conozco de hacer las cosas, las presiones del ambiente, las expectativas que recaen sobre mi desde la fé de las otras personas, mi propia autoexigencia y el deseo de destacar me han hecho ser la mujer, el ser humano que soy. Pero dentro de mí se esconde el más enigmático de todos los miedos, el miedo al fracaso. ¿Cómo amar bien a alguien si no sé bien como amar?
Es inevitable para mí temer a lo desconocido, y ciertamente lo que más me desconcierta, porque para mi aún lo desconocido es el amor. Hay miles de razones para temerle al amor, pero también sé que hay otras miles para añorarlo, esperarlo y desear que llegue a mi vida para que la cambie y la ilumine de colores, porque al menos eso dicen que pasa.
Pero la esperanza mata, la espera mata lentamente y convivir con la incertidumbre de no saber si hay alguien para mí allá afuera es consultar al oráculo sin tener mucha fé, es desgastador este mundo de sorpresas, pero estoy conciente que nada en esta vida es seguro y menos fácil.
¿Me enamoré de él o de las ganas de enamorarme de alguien?
No encuentro la respuesta aún. Pero ya la duda me deja la puerta abierta, es una tentadora invitación a analizar que es lo que me está pasando en el aquí y ahora (aunque dentro de unos minutos este aquí y ahora será mi pasado… paradoja) y revisar con autocrítica que es lo que me estoy haciendo a mi misma.
En él he depositado confianza, amor, expectativas que de alguna manera he ido comprobando paso a paso que no se han cumplido, y sin embargo sigo estando enganchada a su existir, a sus palabras, a su manera de sentir cariño por mi y a la fragilidad de su corazón.
Puedo entender que él es un hombre que tiene poca claridad en sus sentimientos, que necesita que lo amen como cualquier ser humano, pero que sin embargo me ha ido postergando y me busca solo cuando necesita de mi, o al menos es así como me siento muchas veces hablando con él. Yo por mi parte necesito un mutualismo, que me necesiten para entregar lo mejor de mí y a la vez yo sentir necesidad de otro que esté dispuesto a entregarme lo mejor de él… y eso es lo que no tengo. En un inicio todo fue hermoso, porque los ojos del alma no distinguen mucho, todo lo transforman en ternura, palabras bellas y una emoción que te recorre por dentro haciéndote adicta a la sensación de sentirse enamorada, pero con el tiempo las relaciones humanas se van consolidando y necesitan de bases fuertes para poder seguir creciendo, si eso no ocurre se da un estancamiento horrible que te lleva a la frustración y a la duda de no saber si la otra persona aún te ama o aún más, no saber si alguna vez te amó.
La opción en casos así es “tómalo o déjalo” (es más fácil escribirlo que hacerlo) y de nuevo se vuelve necesario analizar las cosas. El corazón habla y me dice: si te hace feliz, te sirve, por lo tanto consérvalo, pero si te hace sufrir, no te sirve, deséchalo…¿Y cómo congenio todo eso si en el fondo sé que el amor siempre duele y hace daño?
Con él aprendo a sentir cariño del bueno, aprendo a amar, a desear estar con alguien, a tener confianza en el tiempo y en sus palabras, y creo que es algo que siempre agradeceré porque a veces la lógica me turba y no me deja sentir, me atrofia el sentimiento y me dificulta reconocer lo que me pasa, aprendo a perdonar, a ser comprensiva más allá de mi amor propio y a reconocer en otro distinto a mi, la necesidad de amor, que me necesiten y me valoren por lo que soy… así que solo puedo deducir que el amor está compuesto de esos dos ingredientes: felicidad y dolor, y quien no llora por amor, realmente NUNCA AMÓ.

(CAST)

Texto agregado el 11-04-2006, y leído por 142 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-12-2007 Una vez intenté. Pero me di cuenta que era totalemente vano. Mientrás más cosas hacia, más cosas salian mal. Entonces mejor no hacer nada. Es como una especie de recompensa a la flojera. Obrero-Del-Arte
 
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