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Inicio / Cuenteros Locales / impostor / Algunas Anotaciones sobre lo Fantástico en “el Otro” de J. L. Borges

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Dos son los problemas que nos abordan al leer el texto “El Otro” de Jorge Luis Borges. El primero es el de la clasificación de la obra dentro del género de “lo fantástico”. El segundo es el del examen de los mecanismos intratextuales que sitúan a la obra en éste género. Así que a eso nos dedicaremos en el presente trabajo.

Todorov nos plantea lo realista y lo maravilloso como los dos opuestos en cuyo umbral se encuentra lo fantástico. Lo fantástico inicia con un hecho sobrenatural, que puede ser explicado en términos de causalidad natural (en éste caso nos encontraríamos en terrenos de lo extraño) o aceptado en términos de causalidad sobrenatural, los cual nos pondría de relieve la existencia de otro orden de cosas en el que las leyes naturales de la causalidad pueden ser transgredidas abiertamente (lo maravilloso). Cuando un fenómeno no puede ser explicado por ninguno de los dos sistemas causales, cuando no puede ser clasificado ni como extraño ni como maravilloso, se trata de algo fantástico. Lo fantástico sería pues la incertidumbre, la vacilación en que nos sumerge la aparición de éste fenómeno que cuestiona todas las certezas que nos brinda la causalidad natural como forma de habitar el mundo.

Desde éste punto de vista, en el cuento de Borges, podemos observar dos instancias de conflicto con relación al hecho sobrenatural relatado (a saber: la conjunción de dos espacios y dos tiempos distintos a través de una banca de un parque, en la cual se encuentra Borges con sí mismo, o mejor, con el otro que fue él en el pasado). Una de ellas es a nivel de los personajes y la otra el nivel del lector. En la instancia de los personajes podemos observar dos estados: uno en que el hecho sobrenatural es aceptado, y otro en que el hecho sobrenatural es explicado. En el primer momento se acepta el fenómeno, dentro del universo narrado, como posible, y como consecuencia viene la reevaluación inmediata del orden causal en que normalmente se mueven los personajes:

"-Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación mientras tanto es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados, y mirar con los ojos y respirar.
-¿Y si el sueño durará?-Dijo [el otro] con ansiedad.
-Mi sueño ha durado ya setenta años. Al fin y al cabo al recordarse no hay persona que no se encuentre con sí misma. Es lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos. ¿No querés saber algo de mi pasado, que es el porvenir que te espera?"

Explicarse el hecho como un sueño, y aceptarlo como se acepta la existencia, que, en vista de lo sucedido, tal vez es también un sueño. En este momento se está aceptando la existencia de otro orden: el de los sueños, en el que ocurren cosas distintas, y que es regido por otras causas que no se pueden explicar, solo aceptarse. En éste estado el cuento pertenece a la categoría de lo sobrenatural aceptado, y es éste el estado que encontramos hasta un segundo momento en que vuelve la vacilación: Si el encuentro es tan real como la existencia -que puede ser un sueño- ¿Cómo es que el Borges viejo no recuerda haberse encontrado, cuando era joven, con él mismo, ya viejo? Para tratar de eliminar la incertidumbre Borges propone al otro un artificio: intercambian dinero; si el dinero persiste después del encuentro, no ha sido un sueño, pero sí no es así, sólo se trata de una horrible pesadilla. Inevitablemente –y por bien de la trama- éste artificio se ve frustrado al ser roto el billete y al ser arrojada la moneda de plata al río; también cuando Borges deja de asistir al segundo encuentro con el otro por miedo. Así la vacilación se sigue manteniendo entre los personajes hasta los dos últimos párrafos, donde Borges, intenta una explicación:

"He cavilado mucho sobre este encuentro, que no he contado a nadie. Creo haber descubierto la clave. El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me atormenta el recuerdo.
El otro me soñó, pero no me soñó rigurosamente. Soñó, ahora lo entiendo, la imposible fecha en el dólar."

La explicación es válida en el orden de los personajes: se trata de lo sobrenatural explicado, decir que hay otras reglas y descubrir cómo funcionan. Pero no nos satisface como lectores. Sabemos que para Borges personaje, viejo, cobarde y ciego, es necesario tener un asidero, tener un lugar que lo resguarde y que lo mantenga a salvo de la incertidumbre, que es espantosa. Por eso cree ciegamente en la explicación que inventa y por eso desconfiamos de ella. Incluso el mismo lo dice: creo haber descubierto la clave. Por eso, desde el punto de vista del lector, la historia es fantástica y continúa siendo fantástica, aún después de haber terminado su lectura, porque continuamos en el umbral, sin poder explicar a ciencia cierta lo sucedido en el cuento. En éste sentido va la segunda parte de éste trabajo, que consiste en indagar los recursos literarios y estilísticos que usa Borges (el escritor) para hacer que la incertidumbre llegue más allá del texto mismo.

En éste cuento nos encontramos en primer lugar, con el narrador: un Borges personaje, contando desde la primera persona, que se sitúa después de que ha sucedido el hecho narrado y que intercala un presente de la narración y un pasado de la historia. Éste narrador le permite al cuento y al autor una cierta comodidad -en el sentido de que es su punto de vista el que predomina- porque desde allí puede manipular la información de la historia, hacer evaluaciones personales y sacar conclusiones, y generar intrigas mediante indicios, ambigüedades y contradicciones que nos llevan a mantenernos en la vacilación sobre la naturaleza del fenómeno contado en la historia. Así Borges personaje nos dice que la noche anterior al suceso había dormido bien, luego nos habla de un dejavú causado según explicaciones científicas por la fatiga, y al final nos dice que él soñó en la vigilia y por eso recuerda lo sucedido. Dichas afirmaciones tienden, pues, a contradecirse si las referimos a nuestro universo, ya que si se ha dormido bien el dejavú no se ha producido por la fatiga sino por otra causa desconocida, o por lo menos, no explícita; y la vigilia no es posible, pues si había dormido bien la noche anterior no hay razón para que una persona tan lúcida como Jorge Luis Borges se siente en la banca de un parque a dormitar. Aquí podemos entrar también en otro asunto que tiende a hacer que el texto instaure su vacilación en el mundo real: sabemos que el autor se llama igual que el personaje, y sabemos quien es Jorge Luis Borges. La identificación entre los personajes de sus cuentos y personas existentes en el universo de referencia orientan la lectura hacia la confusión del mundo ficticio, posible en el cuento, con el real, haciendo que la vacilación pese sobre el mundo de referencia, que es donde se encuentra el lector. Lo mismo podemos decir de la alusión a acontecimientos históricos como la segunda guerra mundial, o la dictadura argentina, también presentes en el cuento.

La situación temporal del narrador nos permite también desconfiar de lo dicho: si lo sucedido fue un sueño ¿Cómo es posible que el otro haya soñado hacia el futuro? Este nuevo elemento alimenta la duda. También ha dicho: nuestra conversación ya había durado demasiado para ser un sueño, y no obstante nos dice al final que lo sucedido fue un sueño; pero también es él quien frustra la posibilidad de que se llevara a cabo el artificio que nos sacaría a todos (lectores y personajes) de la incertidumbre, y que dice –para justificar la aparición de la fecha en el billete- que el otro lo soñó sin rigor, como si los sueños debieran ceñirse al rigor de la historia y del tiempo. Todos estos elementos hacen que el lector desconfíe del narrador, y es en parte por esa vía, que la incertidumbre sobre lo sucedido en la historia se apodera de él. Máxime, cuando él mismo no se compromete al afirmar blandamente las cosas con muletillas como “tal vez” o “creo”; y también por la afirmación que hace de que el hecho le parece aterrador y de que lo único que quiere es olvidarlo.

Así y para puntualizar un poco y terminar por fin diremos que el efecto de incertidumbre se traslada al lector y permanece en él, gracias a dos elementos: un narrador no confiable, contradictorio y cobarde; y a las alusiones que se hacen hacia el universo de referencia. Con éstos dos elementos se Borges logra crearnos una duda que nos acompaña, incluso, hasta el momento de escribir el ensayo en el que, se supone, debemos aclarar nuestras dudas, y logra que incluso, después de terminado el ensayo, la incertidumbre persista.

Texto agregado el 10-12-2003, y leído por 9823 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-12-2003 La solución al misterio, dice Borges, es inferior al misterio mismo.la obra es tan basta, que como diría Fernando Baez, "al leer a borges uno siempre se encuentra en las orillas.Es la prosa filosófica más importante, a mi modesto huicio, del siglo XX, aquella de la cual su ensayo toma un cuento. Lo mas importante de su trabajo, es que mueve a pensar en común, y este no es un fruto menor. gracias por compartirlo hache
 
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