En Córdoba estación de Alta Velocidad
Había comprado billete para el TALGO, el AVE costaba bastante mas y creo recordar que tardaba 15 minutos menos.
Los billetes de este tipo son numerados y me dirigí al sitio que circulaba en el sentido de la marcha, supongo que mejor.
Al segundo se sentó una señorita de unos 30 años aproximadamente (yo solo tenia 21) ahora me parecen tan pocos, en aquella época lo creía haber hecho todo.
Se sentó a mi lado, se movía con desparpajo, morena con el pelo negro media melena lisa, cara de niña pecosa, piel clara. De niña tuvo que ser una monada, su vestimenta vaquera, pantalón y chaqueta, camisa roja con listas claras esculpían un cuerpo de mediana altura y muy bien proporcionado.
Se afanaba en buscar lo que finalmente fue un libro de volumen considerable, yo ya me disponía a encastrarme los casquitos cuando el tren inicio la marcha.
Y como si algo me empujará dije algo de lo que aún me sorprendo;
- ¿No se te ocurrirá leer ese libro?
- ¿Por qué? (sorprendida)
- Por que la película tiene pinta de ser terrible y creo que sería capaz de darte conversación interesante durante lo que nos queda de trayecto hasta Madrid -¿si es donde vas?-
Puso cara de sorprendida y guardo el libro pausadamente, ladeo su cuerpo con elegancia, cruzo sus brazos y con sus ojos castaños me indico que empezará cuando quisiera.
Y sin reparo empecé a relatar el por que de mi estancia en Córdoba, de lo bien que me sentía, de lo hermosa que era esa ciudad y región, en la que ahora trabajaba y vivía.
Cualquiera que nos observará pensaría que éramos amigos de toda la vida, (quizás en otra anterior lo fuéramos).
Cualquier observador menos la pareja de abuelitos que teníamos al lado que no se perdían detalle.
Los postes de la catenaria pasaban tras su rostro como fotogramas de película muda, y ella no dejaba de prestar atención con esa cara de niña sorprendida.
Su historia era de turista de paso en Córdoba, tenia amigas y había pasado unos días con ellas, intercambiamos pareceres sobre la belleza de las cosas, los momentos, mis fotografías, las gentes y la música.
Coincidíamos en todo y me recomendó sitios de música en directo (Jazz) que no recuerdo,, ni creo que recordara en su momento, por que los dos ( o esa fue mi sensación) estábamos emborrachados el uno del otro.
Fue el viaje mas corto de mi vida, llegamos a la estación de Atocha y seguimos hablando hasta el hall de cercanías donde me propuso quedar con su mano sobre la mía.
Y sin explicación lógica, y de la cual me arrepentiré toda mi vida, la conteste que No.
Como dos seres que se quieren nos alejamos el uno del otro despacio volviendo la vista hacia tras sin dejar de huir hacia delante.
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