La poca sangre
Qué hice por (Dios)!
En qué quieres convertirme
la poca sangre me rodeaba,
de la que me salvé,
espero no verte.
Aunque no haya más remedio
que el pensar en ti
sintiendo ráfagas de rabia;
renuncio a tu figura
pese a que mis letras te llevaste.
La cabeza entre mis manos
cómo cuesta la soledad, hermano
pero sin pasarla no existe el amar;
el empate angustiante
algún día será goleada,
ya lo verás.
No quisiera verte,
así rompo las cadenas
primerizas, por cierto,
sin ser menos fuertes.
Recojo mis maletas
y remonto carrera,
malcontenta,
Borraré con cenizas
tu nombre de mi memoria.
Mi pecho te quedó grande
no escatimo en mis estrategias;
pídanme lo que quieran,
díganme lo que se les venga en gana
yo no renunciaré a mi forma de ser
no puedo, muero por las mías
y si así fuera, prefiero morir.
No te entiendo, qué puedo hacer
de qué te puedo acusar;
más calor hay en el hielo
sea o no sea cursilería
me nace de las venas,
así esperaré otro día.
Gracias a ustedes
existen los espejismos
así prometen al olvido
caldo donde encuentra su respiro
el desdén y su negro camino.
Pingüina de la Antártica.
Fría, indiferente
no gasto más saliva,
ni enegías, ni pétalos
hasta nuevo aviso.
No sabes lo que te perdiste. |