Una luz apareció derrepente e inundo mis sentidos de nubla. El lugar verde desapareció tras el destello y un sonido estremecedor retumbó hasta en lo más profundo de mis entreñas. Por unos instantes me senti perdido, confundido, ausente y di paso al miedo admirado por la poco cambiabilidad de la situación . La reacción primera fué tocar el suelo con las manos en busca de apoyo y encambio perdí el equilibrio totalmente. Tras la derrota abasurdido lloré de panico y tristeza.
Las perguntas y respuestas momentaneas se precipitaron en mi cabeza mientras buscaba la forma de alejarme del sonido irremediable y agudo que bloqueaba mis oidos.

Mientras siento pasar el tiempo trato recordar algo, alguna pista, una señal, algo que me llevase justo antes de que la luz me segara, pero es en vano, todo sigue sin argumentos y sin respuestas.

Perdido en medio de nada sin saber porque ni como me dejo llevar por un sentimiento de soledad existencial, sale de mi boca un Dios mio desesperado y a todo pulmon una mezcla de valentia y angustia conjuntas.Todo mi ser fuera de si, se encuentra completamente lejos del paradigma cotidiano, sin ninguna posibilidad, sin presente, sin pasado, sin armas, mi unica compañia son las dudas que con el paso del tiempo se multiplican.

Esfuerzo la mirada en busca de formas que dieran respuestas concretas al fenomeno pero es inutil, todo sigue blanco, frio, todo parece tranquilo, inerte, no logro desisfrarlo. Ya hasta me es dificil respirar, las lagrimas se agotan y las fuerzas agonizan.

Trato de levantarme y justo antes de lograrlo, la luz se aleja de inmediato, mis ojos imnotizados tardan en reconocer y aceptar la imagen que se presenta frente a mi de forma aun nublosa. Me veo entonces acostado en una cama blanca, junto a mi veo unas alas blancas y un reloj sin segundero que marca las seis cincuenta .Estupefacto por la imagen me quedo sin parapadear, comienzo a explorar el espacio que presenta mi retina. Me observo, al parecer me encuentro sonriente, como entredormido, mi boca entre abierta y mi frente humedecida, me dirijo a mi propio cuerpo con cautela, miro mis manos y de inmediato el impulso me hace tocarme. Pongo mi indice derecho sobre la yama de mi mano izquierda y en ese instante como de un empellon me siento atraido ferozmente hacia mi cuerpo.

Es ahí cuando despierto y me doy cuenta que aun estoy muerto y que nadie vendrá por mí.
Ya que solo fuí parte de este viaje sin retorno.

Cristian MUR