Escupimos en las rocas nuestra ira
hundimos la lengua en los genitales del tiempo
jugamos a ser dioses inmortales
a lamer espinas con las manos
y en el intento agonizamos
caímos como peñascos por las hondonadas
rebotamos en las sombras hasta pulverizarnos.

*

Cuando en el suelo arrulló el silencio
y las voces de los grillos quedaron sumergidas
decidimos transplantarnos al origen
volver a las raíces entrañables de la tierra
mimetizarnos con las rocas, con el agua
ser sólo una rama empujada por el viento.