Hagamos un pacto. Quédate a mi lado, no me abandones hasta que la demencia senil comience a hacer sus estragos en mi cabeza, quédate mientras para mí seas la que eres, la que reconozco en sus pequeños y encantadores detalles, la que me enciende la sonrisa y me aviva la ternura, la que destronó mis fantasmas a punta de besos, la mujer que quiero con un cariño inconmensurable, quédate a mi lado mientras, con los ojos vendados, sepa yo quien eres.
Abandóname apenas notes que mi mirada es extraña, cuando te nombre como Marilyn, Rosita o Guadalupe y tu sacrosanto epónimo se extravíe en mi memoria, déjame sin dilación cuando te confunda con mi madre, cuando la noche de los tiempos haga de mi mente su morada, cuando ya de nada de lo dicho o consumado, queden siquiera migajas de recuerdo.
Vete sin siquiera cerrar la puerta cuando ello me suceda, mírame como un triste loco que por loco te quiso tanto, un desventurado que no tuvo nunca claro que el amor es asunto de memoria, que hasta los besos más apasionados se diluyen en el olvido, que esa boca que tanto he besado, puede decirme adiós a la vuelta de la esquina.
Acompáñame mientras seas la misma que yo nombro ¿Qué te cuesta? Es sólo asunto de tiempo…
DEDICADO A ANITA MARÍA (Anua)
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