“El más taciturno e implacable pensamiento, recorre en vano la memoria, busca de manera infructuosa llegar hasta al menos un atisbo de respuesta…. Entorna su labor inalcanzable por los desdeñados misterios que alberga su alma…. Sumida en una sed de indulgencias amorosas, no logra vislumbrar el horizonte que frente a su frente se engrandece…mas quiere huir…disgregarse de ese deseo irrefrenable de dejar salir lo que ha escondido en forma tan paciente y ferviente… su magnánimo secreto, que de descubrirse no causaría más efecto que aumentar su desolación….. Siempre presurosa, atenta, intenta mirar al mundo con ávidos ojos, optimistas y diáfanos….busca la paz …ese sosiego interior que sólo la tranquilidad con uno mismo entrega , ese es el clímax que desea ; el momento en que sucumben las esperas; ante la consolidación del alma; con el convencimiento férreo de haber actuado conforme las circunstancias lo ameritan…sin mayores miramientos, ya sin más cuestionamientos; asumir que todo se quedará por siempre así y que así precisamente es cómo debe ser…quedarse su sentir absorto en la penumbra y emprender silente y prontamente el desvío irreversible que por tanto tiempo ha postergado y por sobre todo mirar el horizonte; y hacerlo con nuevos bríos…Si todo ello fuese posible…”