En ausencia de silencio,
está mi voz acongojada,
esta mi pecho reprimido,
está mi muerte acurrucada.
En presencia de tu voz está el vacío,
esta tu mano delgada y extendida,
tu cabello plano sobre tus hombros pequeños,
y tu piel que me esperó por las noches huidas,
en que no pude llegar a tu rescate, y te quedaste dormida.
Más allá de nuestras voces y el silencio,
están las ganas que no terminan de antojarme,
están los labios que en sueños te nombran,
si no puedo en estos días besarte, estando a tu lado.
Puedo mirarte fijamente,
para que mires el brillo que provocas,
para que beses mis labios y mi frente,
y me permitas disculparme un poco por ser tan necio.
Lo siento,
para mal lo siento y me lamento,
y no alcanzan las cuitas a dejarme dormir un poco,
cuando oyasuminasai nunca sabe tan mal tan solo,
y un sayounara bastaría para robarme una sonrisa.
Itae, sobre todo el no verte y no saber de ti,
atsui la angustia de no saber si estás triste,
o molesta, o desilusionada, o simplemente enojada,
por mi ausencia y el descuido que por no llamarte,
se ha colado por aquí, domo gomenasai minasen,
aunque sabes que te amo sólo a tí.
En ausencia de mis ganas,
estan las nuestras, las tuyas
de llamarme a cada instante,
en que yo espero ansioso tu llegada,
para que juntos hagamos crecer
una esperanza, una sompra y un amor. |