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Inicio / Cuenteros Locales / claraclara / La ventaja de despedirse en el andén de un tren.

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Lo que me gustó de aquel fin de semana es que lo pasamos juntas. Creo que ya empezabamos a intuir que serían los últimos abrazos así que no paramos de abrazarnos o no nos abrazamos lo suficiente, la verdad es que no estoy segura.

¿Cuándo debe dejar una de abrazar? Creo que la ventaja de despedirse en el andén de un tren es que los abrazos tienen un tope, llega la hora y se acaban, una se sube al tren y la otra se queda al pie sintiendo que se le olvidó dar el último abrazo, el último beso, pero ya es demasiado tarde y a una sólo le queda darse la vuelta, y caminar a casa y quedarse con el beso en la punta de los labios y el abrazo en la punta de los brazos. Una podría también dárselo al señor de al lado (al que anda despidiendo a su mujer y a sus hijos que se van de vacaciones, él, pobre, se queda trabajando), pero eso casi nunca pasa, creo que nunca pasa. Una se va con el beso en la punta de los labios y el abrazo en la punta de los brazos.

Despedirse en cualquier otro lado es mucho más difícil. Una siempre podría dar algún abrazo más, y no sabes si llorar o besar. Yo pienso que podría haberla abrazado una vez más, pero tenía miedo a quedarme pegada para siempre.

El fin de semana empezó el viernes, igual que todos los fines de semana, pero empezó mal. Creo que ya empezábamos a intuír que sería el último, debíamos tener miedo a quedarnos pegadas para siempre y empezamos sentándonos lejos la una de la otra. Trabajamos juntas así que no nos costó tanto encontrar una buena razón para enfadarnos. La ventaja de trabajar en dos lugares diferentes es que una siempre puede contarle a la otra lo malo que es aquel y no es tan difícil convencerla. Cuando lo cuentas, se pueden tener dudas y se puede incluso añadir algún comentario malicioso (eso era lo que quería decir aquel, piensa una mientras añade, figura, desprecios y despechos). La ventaja es que ella siempre pensará lo malo que es aquel y la suerte que tiene de tenerte.

Trabajar en el mismo sitio es mucho mas difícil. Ella conoce a aquel así que una no puede añadir desprecios y despechos, y ella no siempre pensará lo malo que es aquel. Se levantó y yo tardé unas horas en buscarla. La abracé de noche.

El sábado nos abrazamos largo. La ventaja de vivir un sábado es que todavía queda el domingo y una puede soñar que el domingo es toda la vida y venderá flores, y hará calor, y llevará los pies vestidos sólo con sandalias. Una sueña y la otra cierra los ojos y escucha, todavía no sabe si quiere soñar, pero al final sueña. Y ya no hace frio y calza sandalias.

Vivir un domingo es mucho mas difícil. Una intenta cerrar los ojos y seguir soñando y sale a buscar flores, y calza sandalias y parece que hace sol. Y carga las flores de vuelta a casa y se pone a llover. Una intenta cerrar los ojos para no ver la lluvia y soñar que calza sandalias. Una camina de vuelta a casa intentando cerrar los ojos, pero caminar con los ojos cerrados es demasiado difícil y una tiene que abrirlos. Ella también cierra los ojos de vez en cuando y cuando coincide que los cerramos las dos, nos abrazamos, pero los abrazos ya nos son tan largos, se atropellan, creo que tenía miedo a quedarme pegada para siempre.

La ventaja de quedarse pegada para siempre es que no tienes que despedirte, ni en el andén de un tren ni en cualquier otro lado. Despedirse es mucho mas difícil. Yo todavía cargo ese abrazo en la punta de mis brazos.

Texto agregado el 07-02-2003, y leído por 278 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-04-2003 Vaya...La próxima vez que abrace a alguien (supongo que dentro de unas horas) pensaré en ti...o no! Un beso! darken
 
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