Haz que suene el tambor mi pequeña. Que el sonido se propague sobre olas y se escuche en el extremo de la tierra. Que los árboles lo atrapen y lo sellen en sus hojas. Que tus pies enderecen las veredas y el cristal de tu mirada disipe la oscuridad solapada. Estrecha mi mano y ovillemos de la vida las ideas, para que brote como el trigo la justicia. No vacile tu rodilla Ni se estreche el aire en tu garganta, mientras suena el tambor mi pequeña, cada día de tu vida.
Texto agregado el 10-04-2006, y leído por 332 visitantes. (10 votos)