LAS FALLAS:
Equinoccio de primavera. Fuego. Pólvora. Arte.
VALENCIA es el País del Sol naciente español:
Se le denomina Levante porque el sol asoma su cara por el mar mediterráneo mirando Valencia.
Valencia tierra de artistas: Blasco Ibáñez: Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis… Sorolla: O la luz en la pintura impresionista. En cada pueblo una academia de música. El mayor número de artistas plásticos por kilómetro cuadrado.
El ahorro de un año de cada una das las Comisiones falleras vertido en unos monumentos de cartón y madera serán pasto de las llamas y ofrenda a la Naturaleza.
Los fuegos artificiales bordan la noche Valenciana con colores fugaces, llenos de vitalidad efímera.
Durante todos los días del mes de marzo, a las dos de la tarde, inexorablemente, una mascletá atruena la ciudad desde su plaza mayor, La Plaza del Ayuntamiento. Miles de valencianos y miles de otros lugares de España y del mundo, acuden a la cita del trueno y la centella.
Los oídos parece que van a reventar, pero nunca lo hacen, el hombre domestica la pólvora y la hace accesible y dócil. Tiembla el cuerpo por dentro con los estruendos. Asusta, pero enardece y, en el temblor último de sus explosiones, abres la boca inconscientemente para que salga todo el sonido almacenado en el interior del cuerpo.
Fiestas de barrios donde cada falla monta su carpa y allí se cena, se juega, se ven espectáculos y la diversión es asignatura obligada.
El 19 de Marzo, la Cremá. Todas las fallas se queman a las doce de la noche, la hora bruja. Como detalle de distinción, la que ha sido galardonada con el primer premio se quema a la una de la madrugada.
La televisión ofrece imágenes de las más famosas por su originalidad y grandiosidad y desde la altura, desde uno o dos helicópteros, se puede ver arder la ciudad como si Nerón hubiera renacido. Cada cremá, su castillo de fuegos antes de su incendio. Cada monumento tiene un coche de bomberos preparados a intervenir cuando se le prende para reconducir las llamas hacia el centro y no hacia los edificios colindantes que previamente mojan con el agua de sus mangueras.
Cuando, ahíto de fuego, vuelves a tu casa, los cruces de las calles tienen montones de ceniza, maderas y brasas acabándose de apagar. Lo que fue hermoso y gigantesco desapareció en minutos, recordándote lo efímero de todo en la vida. Queda la esperanza, la que nos devolverá otros monumentos hechos por artistas de la tierra al año que viene.
Al día siguiente no se escucha ningún petardo, como si se pusiera interés en que pareciese un sueño todo lo anterior.
Durante el resto de la noche del 19 una verdadera tropa de limpieza se encarga, junto con los bomberos, de dar el punto final con elegancia. Las calles están limpias, nada ha pasado. Ha sido un sueño de luz y color.
Espero te haya gustado.
Juan Antonio Torrijo : Graju
Valencia, abril de 2006
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