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[C:19610]

Esa noche la orquesta hizo alarde de gran habilidad musical. Traspasando oídos; penetró extremidades y cinturas. Solos o en parejas, los presentes bailaban. Desde la señora ancha de caderas hasta la pareja que, en vez de bailar, parecía hacer el amor al compás de la música. Nessie llegó allí luego del segundo receso. De su cuerpo esbelto brotaron movimientos lentos y disimulados.
En medio de la algarabía subió “Jacqueline” a la tarima con su tradicional frase: “¡Fuete a morir, lo más negro!” . Inició su famoso movimiento ondulante de cintura y se levantó la falda dejando ver sus velludas nalgas. Provocó burlas y aplausos en los presentes. Nessie, con furia reflejada en su rostro criticó en voz alta el acto del homosexual.
Un desconocido, al escucharla, la invitó a bailar y ella se negó, diciendo que no tenia ganas. Él insistió hasta convencerla y quedó admirado de la soltura de movimientos que surgían del cuerpo femenino. Danzaba como una diosa, por lo que él le preguntó dónde había aprendido a bailar de forma tan singular. Ella aclaró que nadie le había enseñado. Desde niña, por naturaleza, le gustaba bailar.
Todo un donjuán su acompañante le habló dulce al oído e intentaba, sin lograrlo, pegarla más a su cuerpo. Mientras ella se resistía a esos avances amorosos recordó el rechazo que hiciera ese mismo día a la petición de noviazgo de un amigo:

"—No. Aún no es tiempo todavía. Debemos conocernos mejor para que sea seria y duradera nuestra relación..."

En su reloj-pulsera sonó la alarma. Dejando de bailar mencionó que debía marcharse.
—¿Por qué? –preguntó el tenorio presintiendo fracasada su conquista.
—Debo ir a trabajar-contestó ella.
El hombre la miró extrañado y preguntó:
—¿A esta hora? ¿A que te dedicas?
—Soy enfermera graduada... No preguntes dónde. No te lo diré. Aún no te conozco bien, ¿entiendes?
—Yo puedo llevarte.
—No. No puedes-
Aseguró ella.
Insistentemente, él le regaló su número telefónico. Se despidieron con la promesa de volver a verse algún día de fiestas. Nessie tomó un taxi. Exigió al chofer que la llevara a la zona portuaria. Al llegar el taxímetro había marcado cuatro dólares con cincuenta centavos. Sacando un billete de cinco de su cartera pagó. Depositó el cambio en la mano estirada de un borracho vagabundo. Al entrar a su lugar de trabajo pensó: “Si no fuera porque me gusta tanto mi profesión no me desvelaría más”.
Ingresó en el tocador de damas. Se asomó al espejo y de rojo vivo pintó sus labios. Se atavió el uniforme de enfermera. Al salir escuchó a dos hombres quejarse. Con tenue sonrisa les ofreció ayuda a ambos. Parecían contagiados. Babeaban enfermos y no consiguieron responder. Nessie dio media vuelta al escuchar música estrepitosa. Pareció enfurecerse y decidida subió tres escalones. Se recostó de una columna e inició un suave vaivén de cintura. Ante las miradas aturdidas de los presentes, que le gritaban palabras malsonantes, comenzó a desvestirse. Hombres y mujeres le gritaban palabras soeces, pero no dejaban de admirar su belleza. Un joven que había asistido al lugar, comentó a otro a su lado:

—¡Mira! ¡Es Nessie! ¡La muchacha a la que mi primo José pretende!

—Tu primo siempre ha sido un pendejo-
contestó el otro joven.

—¡Cuándo mi primo se entere!

—¿Se lo dirás?

— Claro que sí. ¿Cómo es que una mujer tan hermosa es capaz de trabajar aquí y hacer eso?


—Ahora prefieres que las mujeres feas trabajen aquí. ¿Eres más pendejo que tu primo?

El joven no contestó. Tomó un sorbo de cerveza y sacó varios billetes de su bolsillo. Colocó uno en la última prenda que le quedaba a la bailarina nudista. Nessie dejó ver su parte más intima y prosiguió bailando, completamente desnuda, hasta el amanecer.




®Angelo Negrón Falcón
Derechos reservados conforme a la ley
Montaña Recuerdo®
Taller Literario y de las Artes Inc.®
Año 4, numero 4, 1996.

Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida total o parcialmente, ni almacenada o trasmitida por cualquier tipo de medio ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, registro u otros, sin la previa autorización del autor.


Texto agregado el 09-12-2003, y leído por 372 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
04-01-2005 ta bueno tania16
31-05-2004 Se dice que gran parte del éxito de un cuento está en su habilidad para mantener una tensión que casi siempre se logra con el misterio. En el caso de “Noche desnuda”, la verdadera identidad de la protagonista se muestra hasta el final, dando así por terminado una trama que iba in crescendo. Así las cosas, mi opinión es relativamente mala, pero con tendencia a mejorar: siento que es burdo el planteamiento del final, y que, sobre todo, existen muchos cabos sueltos que perjudican al cuento. ¿Ejemplos?: el homosexual que enseña “sus velludas nalgas”, el primo José (¿cuál es el sentido de darle nombre a un personaje tan intrascendental?), el amigo al que rechazó la protagonista, etc. Mis sugerencias son dos: 1. Olvidar dar explicaciones, dejar sobreentendido el tema, porque el lector no es tonto. 2. Ir directo al grano, sacar toda la paja. demabe
10-04-2004 discrepo con martin, tu personaje de la bailarina otorga dignidad a su persona mas alla de su actividad y eso me gustó, "mas tiempo" ella lo pide y eso me parece válido cuando se teme ser objeto siendolo. saludos janine
15-12-2003 Toda una sorpresa de doble vida. Los cuentos existen para enseñarnos lecciones. Mil abrazos. Gabrielly
 
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