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Inicio / Cuenteros Locales / Carmenmar / La casa que me llamaba.

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La casa de la esquina donde la brisa se convertía en hiedra, y sus ventanas lunas en el desierto que se ocultan del sol para que no vean su soledad.

Esa casa siempre observándome como queriendo hablarme; contarme sus secretos y sus soledades, amores olvidados entre sus paredes, sueños emparedados entre sus muros. Me sobrecojo cada atardecer cuando paso ante sus muros llenos de hiedra y flores de la pasión.


Como cada tarde he vuelto a pasar frente a ella con mi perro, pero mi corazón latía de forma inusual presintiendo quizá que hoy no sería como siempre, que hoy el sol era de otro color al reflejarse en sus ventanas y que aquellos árboles frondosos que rodeaban su entrada se habían separado haciendo una especie de pasillo como para acompañar a alguien.


¡ Dios mío gritaba mi voz en silencio!


Qué sortilegio me posee al mirar hacia el fondo del jardín donde se encuentra la puerta de entrada, esa puerta que hoy se abrirá para mí. Ya no me quedaba duda, la casa me llamaba, quería que penetrase entre sus muros y me acercase al salón donde un enorme cuadro presidía el centro del mismo.


¡De pronto el personaje cobró vida! Y me habló con la suavidad de los seres hermosos, esa luz que en la oscuridad te guía, la estrella que acompaña tu sueño y la rosa perfumada que aroma tus aposentos. Todo eso me quedó grabado en tan sólo un instante. Sin poder dejar de mirarle le pregunté: _¿ Qué deseas de mí, dímelo sin vacilar, no importa que seas amigo o enemigo yo te ayudaré, sé que estás sufriendo por algo que en vida no pudiste solucionar y es por eso que me has llamado, verdad?_

Me miró un instante, a mí me pareció una eternidad. El silencio era tan denso que temía que escuchara los latidos de mi corazón._ Ante aquel silencio me dieron ganas de salir corriendo, pues el miedo empezaba a hacer presa en mi; más había prometido ayudarle y no quería faltar a mi promesa, así que permanecí en silencio obligando a mis pies a permanecer quietos como estatuas, a que mis ojos no mostrasen miedo y a sonreír a mis labios._


Su mirada silenciosa seguía presa en la mía, pero ni una palabra salía de sus labios, era como si el tiempo no pasase, como si la vida se hubiese detenido en aquella sala donde apenas se vislumbraba una suave luz del sol que empezaba a desaparecer en el horizonte.

De pronto habló y su voz sonó hueca como si viniese de muy lejos:

_ He atravesado el mar en varias ocasiones, he escuchado el murmullo del viento en noches de tormenta y mientras navegaba he oído el canto de las sirenas, y me he sentido enamorado de la luna. Pero a pesar de todo siempre estoy solo, solo en esta casa que construí para ella y que ella abandonó persiguiendo una estrella. Pensó que las bambalinas y las arañas del teatro llenarían su mundo y se olvidó que el tiempo pasa y la belleza se marchita.

_Siguió hablando como para sí mismo, olvidando mi presencia en la estancia_.


_Las flores y los aplausos se fueron desvaneciendo poco a poco, la juventud y la belleza se alejó dejando ver en su rostro el paso del tiempo que sembró su cabeza de nieve, y entonces me llamó a su lado__.

_ Quiero pedirte perdón, quiero que me des tu mano para no morir sola, pues en la vida sólo amé el teatro. En mi alma jamás hubo un amor mortal que no fuese el tuyo, ese que yo dejé olvidado entre los muros de nuestra casa. No creas que no la recuerdo, siempre la he tenido a mi lado, tan sólo que no me daba cuenta por el calor de los aplausos. Esos que cambié por tus brazos enamorados. ¡Dame un último beso que ya me marcho, y tal vez en el cielo podamos amarnos!_

Obedecí en silencio perdonando aquella mujer de la que aún hoy sigo enamorado.


De pronto el perro salió corriendo detrás de un gato, y el sortilegio se desvaneció en el aire junto con la presencia de aquel ser que tenia la mirada triste y en la boca un rictus amargo.


Sin saber cómo, me encontré de nuevo en la calle. El perro junto a mí parecía no haberse enterado de nada, pero mi mente cabalgaba rauda en pos de una explicación de lo acontecido minutos antes en aquella casa que tanto me había intrigado, y a la que empezaba a amar. Por fin comprendí que quien me llamaba era el personaje del cuadro que tanto me impacto, y no ¡La casa de la esquina donde la brisa se convierte en hiedra!



Texto agregado el 09-04-2006, y leído por 163 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
28-04-2007 Me encanta esta faceta tuya que no conocía, amiga. Me alegro de encontrarte. ¿Sabes quién soy? margarita-zamudio
11-10-2006 Muy intrigante y bonito. Los angeles buenos estamos hasta en los cuadros jejjej. x_librio
10-04-2006 Debo felicitarle por las excelentes imágenes que describe en este relato fantástico. No he sido muy amante del realismo mágico de Gabo, pero si del Gabo periodista. Guardando las debidas proporciones este texto me recordó mis primeros pinitos por allá en 1982 con mis lecturas a mi Nóbel compatriota. Buen texto. Bienvenida/o. 5* c_posada
09-04-2006 Extraordinario relato, muestras las imágenes magistralmente. 5* restorach
09-04-2006 Muy buen relato. La intriga te impide dejar de leer . Enhorabuena +++++saludos antoniana
 
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