IV
¿Cuanto llevaban caminando… una… dos o mas cuadras…? no lo sabía… solo percibía que ella lo estaba acompañando… sentía su cuerpo junto al de él… evitaba rozarla… pero no podía evitar que de vez en cuando su brazo desnudo tocara su propio brazo y sentir su piel…
No podía evitar sentir su cabello agitarse con el ritmo del caminar… estaban caminando rápido… él lo sabía… siempre caminaba rápido… quería disminuir el ritmo pero no lo hacía…
Escucho sus primeras palabras pero en realidad no las oía… estaba pensando en otra cosa… en ella…. Que estaba caminando junto a él… además no la escuchaba con claridad, seguramente por los nervios, por estar mas pendiente de no quedar mal que de otra cosa… estaba diciendo algo sobre que le gustaba caminar o una cuestión similar… No importa, se dijo, en un rato me lo va a volver a repetir y voy a saber que me quiso decir…
De pronto escucho, y esta vez nítido “y seguramente es mi culpa..o la tuya”, ahí está se dijo… “ahora va a empezar a culparme por alguna boludez que habré hecho… que será lo que le molestó mas… lo del cerro? Que la mirara en todos los recreos sin decirle nada? A ver… rápido… que otra macana pude haberme mandado… si… alguna tiene que haber habido… era muy tonto en el secundario… muy tímido… y para el caso es lo mismo… pero no importa lo que me diga… tengo que justificarme… de alguna manera tengo que justificarme…”
Comenzó a prestarle mas atención… a oír sus palabras… se fue desprendiendo de los pensamientos que hasta ese momento tenía y que estaban referidos a ella, en otro lugar… en otro momento… ahora la escuchaba… la escuchaba por encima del ruido de sus pies caminando… en esas calles vacías… casi sin autos… en la noche de Rosario… ahora estaba en Rosario y era distinto… él lo sabía y creía que ella también lo sabía.
No… no le estaba reprochando nada… se estaba disculpando… de verdad se estaba disculpando? Se puso tenso… de algún modo le temía… temía a esa chica morocha, de su misma edad, que durante casi tres años había estado observando todos los días sin decirle casi ni una palabra….
Cuantas veces habían conversado después del asunto ese del cerro? Dos… Tres… si, no mas… y en todas se había sentido un poco ridículo… un poco tonto…como esa misma noche… como en ese mismo instante… en que estaba escuchando una disculpa por algo ocurrido casi cuatro años atrás…
Cuando cruzaron una avenida, él instintivamente apoyó su mano en la espalda de ella para ayudarla a cruzar, el gesto fue instintivo, no tenía segundas intenciones, pero en cuanto sintió sobre su palma el calor de su cuerpo se estremeció, ella lo miró mientras seguía hablando y no supo si lo miró por el dialogo o por el gesto con la mano.
La retiró casi al instante, como su se hubiese quemado, pero siguió percibiendo en su palma el leve roce de su blusa.-
Terminó de escucharla en silencio. El silencio era su arma preferida, cuando algo no podía manejar, cuando algo lo superaba, fruncía el seño, ponía cara seria y se quedaba en silencio, se había dado cuenta que eso desconcertaba, que todo el mundo siempre esperaba una réplica, una respuesta, cualquier cosa, pero no silencio, ante el silencio todos terminaban confundidos, interrogándose sobre que pensaba, y la mayor parte de las veces ni el mismo sabía que pensaba.-
Pero esa vez no estaba tan seguro que le diera resultado el mantenerse en silencio. Ella parecía muy segura, hablaba sin detenerse, como si no le interesara su opinión, estaba diciendo lo que sentía como quien lo dice para si mismo, pero no, se lo estaba diciendo a él, se estaba disculpando con él.-
En un momento tuvo deseos de que se callara, de tomarla por los brazos y besarla para que se callara, adoraba esos labios, los había visto mil veces, en la galería, de lejos, serio, mirándola fijo, tratando de sostenerle la mirada, tratando de que sus ojos dijeran lo que él no se atrevía a decir… si, sintió deseos de besarla, allí, en plena calle… pero temía, temía que cualquier cosa que hiciera fuese mal interpretada, y estaba seguro que un beso, en ese momento no sería bien recibido.-
“Supongo que es por eso que no te caigo muy bien no?” escucho que finalmente ella lo interrogaba, respiró hondo, miró la calle, oscura, los árboles que la flanqueaban, volvió a ver de reojo sus cabellos negros, apenas su perfil asomando debajo de la melena, sintió otra vez el roce involuntario de su brazo descubierto, y comenzó a hablarle…
“Aquella vez estuve torpe… en realidad cuando llegué hasta vos no sabía ni porque lo hacía, no te conocía, no sabía quien eras, fue una casualidad, por hacerle una gauchada al Flaco, ni siquiera sabía como hablarte, siempre fui, soy, torpe con las chicas, bastante tímido, pero después que me frenaste, que me pusiste límites, que me dejaste sin argumentos… después… después si me gustaste… te vi. muy mujer… distintas a todas las demás chicas… eras distinta… mas seria… no se, mas formal, después de ese día me gustaste… y fíjate que ni siquiera sabía como te llamabas… ni a que curso ibas… eso lo supe después… un día Mariela dijo tu nombre y hasta me sonó raro… pero me gustó.”
“Pero yo me veía chico frente a vos… no se.. te tenía miedo… además las dos o tres veces que hablamos no nos tratamos muy bien… pero siempre pensaba en vos… el otro día, cuando Raúl me dijo que estabas estudiando acá, me puse contento, por eso le pedí que te invitara hoy, le dije que te invitara a venir, para verte y si podía hablarte…
Pero pasó lo de siempre, primero te sentaste lejos, como para que no te hablara, después me saliste con eso de los animales en libertad… y yo solo quería hablarte… en realidad lo de los animales fue una excusa para hablarte… pero me cortaste… después no supe como seguir conversándote… me enojé conmigo mismo... por eso los dejé y me vine…”
“Me sorprendió que me siguieras… no lo esperaba… pero no, no es que me no me caigas bien, al contrario… hay algo en vos que me gusta… pero te tengo miedo… si… no te rías… te tengo miedo… ves? Esto en Comodoro no te lo hubiera dicho… pero ahora es distinto… ahora puedo decírtelo…”
“Siempre pensé que eras una chica seria… demasiado tal vez.. eso me atemorizaba y yo era tímido, lo sigo siendo… pero bueno, ya está ahora pude decírtelo…”
Terminó de hablar mirándola, como antes, como en la galería, y entonces se dio cuenta que en esos pocos meses algo en él había cambiado, volvió a sentir deseos de besarla, pero solo la tomó del brazo para cruzar la calle, esta vez si con intención de tocarla, de sentir su piel en su mano, de que ella sintiera su mano sujetándola, de transmitirle por su piel todo lo que sentía por ella y no le decía…
La sintió temblar, levemente, como si solo fuera una hoja agitada por la brisa nocturna, cuando llegaron a la vereda opuesta, retiró su mano, pero en el fondo no deseaba más que abrazarla, apretarla contra su pecho y dejarla allí…
Se lo imaginó sonriendo... pero también imaginó su respuesta y se contuvo....
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