-Dedicado a la Memoria del escritor polaco Stasilaw Lem, que falleció el pasado 27 de marzo del 2006 a los 87 años de edad...-
También esté en proceso de creación, este es más complicado por que necesito investigar mucho sobre el satelite "Europa"
I
El olor del cadaver de Ursula se volvía cada hora más penetrante; llevaba ya una semana encerrado en el estante de medicamentos, y Kim no había tenido la intención de hacer algo con él, ya no le importaba. Ya nada le interesaba.
El submarino continuaba su viaje sin destino, las maquinas trabajaban sin preocupación. En el tablero de controles las luces fluctuaban y los monitores marcaban algunos menajes de alerta. El mapa de SPS estaba apagado. Pero a Kim no le importaba, recargaba su pálido rostro sobre el cristal de la escotilla, mirando la obscuridad del mar europeo, las profundidades del agua gélida, y de ves en cuando un centello de minerales fundidos que ascienden hasta la superficie congelada del satélite.
Kim caminó por la sala de controles, mirando los monitores sin esperar nada. Camino hacia la bodega, paso junto a la puerta del estante de medicamentos, de donde salia el olor a muerte. Alli se detuvo unos segundos y pensó que seria buen momento para sacar el cuerpo y enviarlo fuera del submarino, pero no. Ya no tendría sentido. Siguió caminando, llego a la bodega. La habitación central de la nave, donde guardaban el equipo científico y las provisiones. Se acercó a uno de los estantes metálicos y tomo una lata. Bebió el contenido de un solo trago, tomo otra lata pero no la abrió. Se quedo mirándola largo rato, pensando en la fabrica de donde había salido. Imaginando la banda transportadora llevando el envase de aluminio, que seria llenado con liquido alimenticio. Arrojó la lata al piso. Camino de nuevo hacia la sala de controles y volvió a mirar por el grueso cristal que lo separaba de las aguas extraterrestres. Sintió un escalofrió. Extrañaba su hogar, extrañaba la tierra, incluso extrañaba el laboratorio espacial, abandonado ahora en la superficie congelada. también extrañaba a Ursula.
Ahora que había dejado de tomar las píldoras “Apolinicas” entienda que la quería, que la deseaba. Pero ahora no serbia de nada saber eso, ahora le comía la conciencia el instinto, ahora, no le dolía sentir el amor a la muerte, ya no. Ahora la soledad espacial no dolía, ahora ya no sienita nada.
|